Revista literaria romana (1919-1923), de cuya redacción formaron parte los literatos Antonio Baldini, Riccardo Bacchelli, Vincenzo Cardarelli, Emilio Cecchi, Lorenzo Montano, el músico Bruno Barilli y el pintor Armando Spadini. La orientación formalista, que fue desarrollada por Cardarelli (director de la revista desde 1920), debe señalarse entre las características más notables de la literatura del período que siguió inmediatamente a la guerra de 1914-18.
Ante la asmática respiración del arte narrativo y la ligereza de gran parte de la crítica, el grupo romano quiere reivindicar la belleza de la tradición literaria. Si una vez desaparecidas las grandes figuras de principios del siglo XIX, aquélla había sido arruinada por los pedantes y los retóricos, era justo aspirar a un retorno al culto de la pura forma. Más allá de un falso romanticismo, el ejemplo de Leopardi, clásico y moderno, merecía tomarse en consideración, como advertencia para una nueva creación: ya no interesaban los sentimientos expresados en una narración o en la crítica, sino la límpida meditación sobre las formas de la lengua y la belleza. Aparecieron entonces los «rondistas» (que en el aspecto polémico estaban representados por el título de la revista y por el símbolo del tambor que llama a la concentración) como restauradores de una vieja retórica basada en los clásicos y que por otra parte se proponen combatir de un modo demasiado exterior por un ideal propio que no tenía en cuenta la experiencia crítica de De Sanctis y la obra creadora de Carducci.
No obstante, el grupo (también porque enfocaba particulares movimientos y posiciones literarias de la postguerra) desarrolló su función normativa contra todo fácil entusiasmo por los residuos futuristas o falsos abandonos a la novelería de moda.
C. Cordié