Este libro de Diego Galán de Escobar (1575-1648), es uno de los más gratos ejemplares de la autobiografía popular española. Lo hace interesante ante todo la variedad y exotismo de los sucesivos escenarios en que se desarrolló la vida del protagonista. Ansioso de ver mundo, escapa de Consuegra, su pueblo, a los catorce años, es apresado a poco de embarcar, y pasa en cautiverio el resto del siglo, primero en Argel, siguiendo al bajá en expediciones terrestres, y después en Constantinopla, donde, con sucesivos dueños, alterna las faenas de la piratería con períodos de servicio doméstico, que le permiten entrar en todas partes como acompañante del hijo de su amo. Es mucho, pues, lo que Galán tiene que contar, de lugares poco conocidos, de edificios, de costumbres… Acierta, además, a exponer con sencilla naturalidad, sin jactancia, ni exhibicionismo de amoríos, sus recuerdos — escribió en sus últimos años, pasados en España, gracias a una arriesgada huida—. En esta última etapa, más larga que la de cautiverio, diose bastante a la lectura, lo que a veces da al traste con su grata sencillez, pero que sin duda le adiestraría algo en el manejo de la pluma. La obra no ha sido impresa hasta nuestro tiempo (Madrid, 1913).
B. Sánchez Alonso