Telémaco

[Telemachus]. Hijo de Ulises (v.) y de Penélope (v.), desempeña un importante papel en la Odi­sea (v.). Ya durante la ausencia de su pa­dre empieza a preparar la venganza contra los pretendientes de Penélope, de tal modo que Ulises, al regresar, halla en él un ex­celente aliado.

A Telémaco están dedica­dos los cuatro primeros cantos de la Odi­sea, que narran su viaje a Pilos y a Es­parta, junto con Néstor (v.) y Menelao (v.), respectivamente, en busca de noticias de su padre ausente: el ingenioso procedimien­to de empezar el poema con esa «Telemaquia», permite al autor presentarnos a Uli­ses después de que ya se ha hablado abun­dantemente de él, por parte de sus fami­liares, de sus camaradas e incluso de sus enemigos. Incluso el objeto de su nostalgia queda también perfectamente precisado ya antes de su regreso. Pero sobre todo la «Telemaquia» se propone preparar al aliado de Ulises, narrando cómo Telémaco pasa de la adolescencia a la edad viril.

Es en cierto modo la historia de una educación perfecta, los momentos de la cual se re­únen en un período breve en el tiempo, pero denso de acontecimientos nuevos, en tal forma que resulta una suma de experien­cias suficientes para formar una persona­lidad completa y ejemplar, universalmente desarrollada en todas sus facultades. Al principio del poema, Telémaco es todavía un muchacho inactivo y resignado frente a los Procos, que llevan prácticamente la dirección de su casa; pero de pronto apa­rece Atena (hoy diríamos la natural dis­posición y la buena voluntad) e inspira al joven nuevos y varoniles propósitos. Así empieza la Odisea. Telémaco convoca la asamblea, acontecimiento nuevo desde que Ulises partió, y que suscita en los preten­dientes la primera sorpresa, y ante la asam­blea protesta contra la conducta de aqué­llos.

A este primer paso, no tardan en se­guir otros: a la influencia de Penélope se juntan ahora los consejos de los amigos ancianos; y luego vienen los viajes, el co­nocimiento de otros países y de personajes ilustres, así como el del ejemplo de su pa­dre. Al final de la «Telemaquia», Penélope se queda sorprendida ante el cambio expe­rimentado por su hijo, y los Procos le temen. Entonces se suspende el relato. Te­lémaco está a punto para ayudar a su padre, y cuando llegue el momento sabrá llevar por sí solo la dirección de la casa y librar la última batalla. Telémaco es la primera figura de adolescente que la poesía griega describe con cierta amplitud, y su papel en la Odisea es significativo. Lo mismo la Ilíada (v.) que la Odisea no tie­nen por argumento un ciclo completo de acontecimientos y carecen, en rigor, de principio y de final.

La Riada empieza cuan­do ya la guerra de Troya lleva varios años de duración, y termina antes de la caída de la ciudad; con meras alusiones a los acontecimientos anteriores y posteriores a la acción de su poema, Homero da la sen­sación de continuidad de la historia más allá de los límites de su creación, y al mis­mo tiempo excluye los hechos poco inte­resantes para él, como son la causa y prin­cipio de la guerra, o aquellos que prefiere dejar insinuados como dolorosos presenti­mientos, como son la muerte de Aquiles (v.) y la caída de Troya. La Odisea, a su vez, empieza cuando el viaje de Ulises está a punto de terminar, pero en ella se con­tiene el epílogo de sus aventuras y aun el final de todo el período histórico que debe su nombre a la guerra de Troya, ya que cuando Ulises regresa todos los demás griegos están de vuelta a sus hogares o han muerto ya.

Pero también esta vez, y precisamente con Telémaco, se abre una ventana al futuro: Ulises y Penélope, Nés­tor, Menelao y Elena (v.) han llegado al término de sus vidas, pero en esta gene­ración se inserta Telémaco, que precisa­mente entonces se hace hombre -y nos hace pensar que en Ítaca la vida recomenzará, y que las hazañas de Ulises se repetirán en las de su hijo que, según un ideal en todo momento presente en los jóvenes grie­gos, promete ser mejor que su padre. La formación de Telémaco y su paso a la acción son narrados por Homero para hacer más explícitas las intenciones educativas de su poesía: del mismo modo que el ejemplo de su padre y de sus amigos adultos pre­para a Telémaco para edificar su propia existencia, también la Odisea aspira a pro­poner unos ideales que la juventud griega deberá traducir en realidades.

F. Codino