Primo hermano de Jesús, que se le apareció después de su resurrección (Epístola a los Corintios, XIV, 7). Fue el primer obispo de Jerusalén y una de las «columnas» de la Iglesia (Epístola a los Gálatas, II, 9), rodeado de unánime veneración por parte de los demás apóstoles y de los fieles en general.
El compromiso propuesto por él al «concilio» de Jerusalén fue calurosamente acogido. Una antigua tradición dice de ¡él que fue «justísimo por su sublime prudencia y por la piedad de su vida» y le hace morir mártir a mano de los judíos, que después de precipitarle desde lo alto del templo le apedrearon. Un batanero le remató con el bastón que utilizaba para batir los paños. Son famosas sus excepcionales penitencias y se dice que sus rodillas se habían encallecido como las de un camello a consecuencia de sus continuas plegarias. Se le atribuye la Epístola (v.) adscrita al nombre de Santiago «siervo de Dios y del Señor Jesucristo» en la colección de las epístolas llamadas «católicas».
S. Garofalo