Es una de aquellas figuras de antigua fama en el mito y en la literatura, que eran ya familiares a los griegos cuando Homero las introdujo en su liada (v.).
El propio Néstor, en el curso de este poema, recuerda o relata en distintas ocasiones los episodios de su vida pasada que habían sido ya tratados por otros poetas. Tales leyendas se situaban en el Peloponeso, precisamente en Pilos, y se referían a guerras que esa ciudad había sostenido contra pueblos vecinos. En tiempo de la guerra de Troya, por lo tanto, Néstor había conocido ya otros pueblos y otros países, y era un hombre anciano y experto. He aquí cómo lo describe Homero: «Néstor, de melosas palabras, el orador de sonora voz de Pilos; de su boca manaban acentos más dulces que la miel.
Ha visto pasar dos generaciones de mortales que juntamente con él nacieron y crecieron en la divina Pilos, y ahora reina sobre la tercera». Néstor representa la voz de la antigua cordura en el ejército griego, cada vez que los intereses individuales y las pasiones juveniles amenazan su unidad. Ya en el primer canto, hace valer su situación peculiar entre Agamenón (v.), revestido de la autoridad suprema, aunque constitucionalmente poco definida, y Aquiles (v.), orgulloso de su origen divino y de su superioridad como combatiente. El valor de su prudencia se afirma así, aunque sin obtener la primacía, incluso en un mundo en el que únicamente es decisiva la capacidad física.
En la liada la última palabra corresponde siempre a Aquiles, pero los consejos de Néstor son acogidos con atención y respeto y sirven para decidir los casos particulares y las situaciones inciertas en las que la experiencia tiene mayor peso. No ha faltado quien ha querido ver en Néstor los defectos de la vejez, por cuanto sus numerosas sugestiones no siempre son eficaces, y en vista también de su tendencia a hablar a menudo de sí mismo y de su vida pasada. Pero semejante presunto humorismo irónico del autor, en realidad no existe, a pesar de que el interés de la liada se centra en los personajes que se hallan en oposición con Néstor, esto es, en quienes no quieren conformarse a las leyes de la razón más equilibrada y de la tradición más antigua.
Los consejos de Néstor no tienen ninguna eficacia cuando pretenden resolver la gran contienda entre Aquiles y Agamenón, y la explicación de su fracaso está en la nueva lógica personal con que Aquiles tiende a crearse unos nuevos derechos. Pero respecto a Agamenón, que representa el antiguo poder legal, fundado en pactos de carácter divino, la voz de Néstor tiene todo su valor. Hacia el final de la liada sus enseñanzas se limitan a cuestiones de capacidad técnica o instrumental, que él, sin embargo, refiere siempre a sus experiencias personales. En los juegos del canto XXIII, su hijo Antíloco (v.) participa en la carrera de carros, y Néstor le da^ consejos: «Gracias a la astuta habilidad, más que a la fuerza, el leñador mejora su trabajo; con habilidad, el piloto guía por el mar la nave sacudida por los vientos, y con habilidad el auriga logra vencer a sus contrincantes».
En la Odisea (v.), Néstor ha vuelto a la paz doméstica, en Pilos, donde acoge a Telémaco (v.). Néstor refiere al joven la venganza que Orestes (v.) tomó de Egisto (v.), el matador de Agamenón, y bastan estas palabras para que Telémaco comprenda que deba prepararse a la acción y a vengarse de los Procos.
F. Codino