Es una de las colaboradoras de Lisistrata (v.) en la comedia de este nombre (v.), de Aristófanes (4509-385 a. C.). Frente a la seria Lisistrata, tensa en su esfuerzo heroico por mantener la castidad de las mujeres, y frente a la virago espartana Lampito (v.), Mirrina representa a la mujer enamorada por excelencia, aunque sin aquel sentido religioso que es ajeno al humor de la comedia aristofanesca.
Mirrina es la primera que se rebela contra el proyecto concebido por Lisistrata, de que las mujeres nieguen sus favores a los hombres para obligarles a concluir la paz. Su marido es también un hombre enamorado, y al cabo de algunos días de hallarse encerradas las mujeres en la acrópolis, anda desesperado ardiendo en un vivísimo deseo que no tarda en llevarle hacia el campamento mujeril en busca de su esposa. Mirrina, aconsejada por Lisistrata, finge compartir las ansias de su marido, pero después de varias escaramuzas se aleja, cuando aquél está literalmente rugiendo de deseo.
En esa concepción naturalista del amor, reducido a un puro fenómeno físico, sin superestructura sentimental ninguna, Mirrina representa, a pesar de todo, la mujer afectuosa, prendada de su marido, de sus hijos y de su casa, y que sólo gracias a un desesperado esfuerzo logra desempeñar el cruel papel que se le impone. Gracias a ella, la primaria comicidad de la escena resulta suavizada y enriquecida en matices.
P. Pucci