Heroína de la novela de este nombre (v.) del húngaro András Dugonics (1740-1818), parece un eco o una reencarnación de las mujeres guerreras de los poemas caballerescos italianos y de las novelas francesas del siglo XVII; es la doncella que oculta «senil experiencia bajo juvenil aspecto».
Hija de un jefe de los príncipes húngaros del siglo X, se manifiesta como una realidad viva y eterna y el autor la hace mover sobre un fondo inusitado y lejano, sin aguardar los primeros ecos de Walter Scott y de la novela histórica. Así, la vemos luchar contra seductores, enemigos de su familia y malintencionados consejeros de los valientes pero indecisos príncipes.
No obstante, Etelka piensa, obra y habla como una aldeana contemporánea del autor, valiéndose del lenguaje popular del siglo XVIII, del dialecto sabroso y cuajado de proverbios de los pescadores del Tisza en las proximidades de Szeged. De esta suerte, Dugonics sustituye el alejamiento en el tiempo por el alejamiento en la estratificación social: como auténtico húngaro, sólo el hombre del pueblo es digno de representar a los antepasados.
Etelka es la misma sinceridad y une a su candor la energía de las hijas del pueblo: llena de amor hacia un valiente húngaro llegado de Carelia, consigue vencer a sus adversarios y alcanzar la felicidad junto al héroe amado.
G. Hankiss