Elvira

Personaje de El Estudiante de Salo/manca (v.), de José de Espronceda (1808-1842). Más bella y más pura que el azul del cielo, con ojos lánguidos, dulces y serenos de muchacha inocente y desdicha­da, la llama de la pasión encendió en ellos por un momento, detrás del velo del pudor, destellos que brillaban como estrellas.

In­cauto y confiado, su corazón se abrió a los dulces afectos como una rosa precoz a los rayos del sol, y Elvira se reclinó serena y segura sobre el pecho del amado como un niño en el regazo de su madre. Ni dudas ni desconfianzas: su alma no sabe, no puede temer nada, porque en su pureza todo le parece inmaculado y santo; a todo presta virtud y belleza y a todo añade es­plendor, vida y colores: al sol radiante, al cielo estrellado, al aire, al campo y a las olorosas flores.

Embriagada de amor, extasiada ante su amante don Félix de Monte- mar (v.), Elvira no tiene otra luz que el joven e impío libertino, y cuando la trai­ción la despierta de su sueño, su mente se oscurece y la locura se apodera de ella. Alma celeste creada para amar, el amor era la fuente de su vida y su vida era in­separable del ensueño. Antes de morir re­cobra la razón, y en una carta que dirige a su infiel amante le recuerda los alegres días de su amor y bendice las encantado­ras imágenes que vienen a consolarla en su agonía; no sin pedir perdón al Señor por volver a entregarse gozosamente a los de­lirios de aquel tiempo, muere con el nom­bre del amante en los labios y con el fuego del amor en el pecho.

F. Carlesi