Personaje del relato de E. T. A. Hoffmann (1776-1822) La mina de Falún (v.), que en cierto modo viene a marcar la transición entre la balada romántica y el drama interior.
Elis es un soñador, pero en él conviven dos almas: una, la mejor, hunde sus raíces en la profundidad de la tierra, donde encuentra una luminosa claridad de horizontes y de vida, mientras la otra anda errante por la noche tenebrosa de la vida ordinaria, sobre una tierra llena de amarguras y de melancolías y bajo el cielo plomizo y abrumador de la realidad. Elis vive así en dos mundos: el real, que le hace sentir la nostalgia de la vida del sueño, y el del sueño, que suscita en él el deseo de realizarlo en la vida.
De este contraste surge inevitablemente el drama. Elis ama a Ulla y piensa en una maravillosa reina encerrada en el mundo subterráneo; embelesado, admira a esta reina en una prodigiosa visión, para volver luego a Ulla en la esperanza de hallar en ella la felicidad total, hasta que, presa nuevamente por el espejismo subterráneo, se pierde en el fondo de la mina y muere mientras anda buscando desesperadamente el «rojo y centelleante granate», en el cual está escrito el destino de los dos prometidos y que él quiere ofrecer a Ulla como regalo de bodas.
Y Ulla, por su parte, todos los años, hasta el último de su vida, se arrastrará hasta la boca de la mina para llamar a su Elis, ya que el viejo minero Torbern le ha asegurado que volverá a verle algún día. En ese grito se revela el ansia desesperada de una felicidad perdida, del mismo modo que el sueño de Elis había sido la búsqueda de una felicidad inaccesible.
R. Bottacchiari