Protagonista de Los Acarnenses (v.) de Aristófanes (450-385 a. de C.) y supera el esquematismo de ciertos tipos cómicos para convertirse en un personaje de psicología bien definida, siquiera algo rudimentaria.
Entre las escenas cómicas y de farsa y las paródicas en las que Diceópolis pretende tomar la actitud de un héroe trágico, se insertan algunos momentos serios que figuran entre los más poéticamente sentidos de Aristófanes. En la asamblea, tumultuosa por las sucias intrigas grotescamente representadas, Diceópolis dedica un pensamiento a sus tranquilos campos donde el carbón y el aceite le son brindados liberalmente por la tierra y donde no hay retores como aquellos contra quienes ha venido a gritar para lograr que por fin se hable de la paz.
Que su pensamiento es verdadero y no retórico, lo demuestra la escena de la pequeña procesión casera que Diceópolis celebra en Falés, con su esposa y su hija. Incluso en su amor por Esquilo, Diceópolis refleja la misma predilección de Aristófanes: se trata en suma de un hombre chapado a la antigua, que no entiende la nueva música a la moda, llega puntual a la asamblea con anacrónica ingenuidad y sigue creyendo que podrá influir democráticamente en la turbia política de los demagogos atenienses.
Éstos son los elementos psicológicos serios, que anuncian la gran poesía de Las Aves (v.), donde se define más expresamente el anhelo que el poeta siente por una patria fuera de la tierra y más allá de la experiencia humana, de la que sólo cabe esperar decepciones. Pero Diceópolis es un personaje cómico y por ello le vemos sortear con astucia y malicia los ataques de Lamaco (v.), cómicamente trágico frente a Eurípides y a los viejos Acarnienses, agudamente burlón con los petulantes que vienen a pedirle un poco de paz y mordazmente sarcástico cuando se mofa de Lamaco herido, repitiendo sus versos y cantando los groseros goces del amor.
Así el motivo serio y la intención demostrativa se disuelven en un torbellino de escenas cómicas y grotescas, haciendo vivo y amable a este personaje, que es uno de los mejor logrados de la comedia aristofanesca.
P. Pucci