[Debhōrāh]. Personaje bíblico de quien se habla en los capítulos IV y V del libro de Los Jueces (v.). Aparece esta guerrera en medio de aquel período agitado y sangriento del siglo XII, poco más o menos, antes de nuestra era en el que los israelitas se instalan en Canaán. Figura exenta de gracia femenina, pero iluminada totalmente por su intrépida grandeza: Débora condujo en la lucha al pueblo de Dios en una de sus horas más graves.
Los reyes cananeos, preocupados por el avance de los invasores, se habían aliado para detener las conquistas de éstos y, particularmente, para cerrarles el «acceso al mar», que pasa, desde el Jordán, a través de la rica llanura de Esdrelón. «Los caminos se despoblaron. Los viandantes se vieron obligados a efectuar rodeos. Abandonáronse los campos». Pero apareció Débora.
Era una profetisa, una de aquellas mujeres inspiradas por cuya boca hablaba Dios. ¿Por ventura no administraba justicia bajo una palmera? Y para otra justicia llamó a su pueblo a la guerra. Recorrió las tribus para levantar los ánimos, reunir las tropas y estimular a los jefes. Y llegó el día en que el mismo Dios le dio la orden de actuar. Las tropas cananeas, al mando del rey Sisara, se hallaban dispuestas en la llanura. Llovía, y el torrente desbordado dificultaba sus movimientos.
Apretujados en las alturas, los hombres de Débora aguardaban el momento oportuno. Cuando el temporal provocado por Jehová llegó al paroxismo y los paganos, deslumbrados por la lluvia y los rayos no consiguieron maniobrar los carros hundidos en el cenagal, la profetisa dio la orden de avance. La batalla, la persecución y la matanza que siguieron están descritos en el «Cántico de Débora», considerado como uno de los más antiguos textos bíblicos, cuyas salvajes estrofas se suceden con el ritmo del terrible galope de los caballeros de Dios. Israel se había ya apoderado de gran parte de la Tierra de Promisión.
H. Daniel-Rops