Protagonista de una célebre trilogía de Alexandre Dumas, padre (1803-1870) (v. Los tres mosqueteros, Veinte años después y El vizconde de Bragelonne), es uno de aquellos personajes cuya inercia arrastra al mismo autor. Según la primera concepción de Dumas, debía ser solamente una figura secundaria que sirviera de introducción a los que hubieran sido los verdaderos protagonistas de la primera obra: Athos (v.), Porthos (v.) y Aramis (v.); a pesar de ello, D’Artagnan se mantuvo en el primer plano desde su aparición.
El original es histórico, por cuanto hubo realmente un D’Artagnan que fue capitán de los mosqueteros en tiempo de Luis XIV y al que Courtil de Sandraz atribuyó unas Memorias (v. Memorias de D’Artagnan) que inspiraron la novela; el personaje, sin embargo, es todo él fantasía: simpático y emprendedor gascón, que de su provincia nativa lleva consigo a París una fanfarronería natural, junto con muchas aspiraciones y poco dinero. Con la sincera despreocupación propia de un jovenzuelo dotado de buenos principios pero de una gran ambición de llegar a ser algo, siempre activo e impulsivo en todos sus actos, D’Artagnan, frente a sus compañeros, cada uno de los cuales presenta un carácter definido, tiene una personalidad más dúctil; su cualidad principal es el arrojo de que hace gala siempre que se presenta la oportunidad de actuar.
Es, en el fondo, un tipo de aventurero con cierta ingenuidad provinciana, y continúa siéndolo asimismo en Veinte años después, aun cuando un tanto amargado por la monotonía de su largo servicio, y en El vizconde de Bragelonne, donde muere en acción el mismo día en que recibe el nombramiento de mariscal de Francia. D’Artagnan, en una época en que gente nueva se hallaba al frente de la sociedad francesa, tenía que ser necesariamente popular, por cuanto la audacia de los advenedizos hallaba en él un mito propio de altivez militar y mosquetera.
U. Déttore