Protagonista de la novela de este nombre (v.) de George Eliot (1819-1880). Es hijo de una judía que, rebelándose contra su propio padre, fanatizado por los recuerdos y esperanzas de Israel, quiere eludir los preceptos de su religión que ella no comprende y vivir una vida moderna.
Por esta razón, la madre mantiene a Daniel ignorante de su origen y le educa como un «gentleman». No obstante, éste siente una gran preocupación por el misterio de su nacimiento; lleno de elevados y puros ideales, quisiera sacrificarse enteramente a una causa digna de tal sacrificio y no la halla, por lo cual vive ocioso e insatisfecho, encerrado en un «diletantismo» irónico y triste, gastado por la misma fuerza de su virtud que no sabe cómo explicarse.
La simpatía que siente por los judíos se ve finalmente confirmada por la revelación de su madre, la cual, creyendo captarse su gratitud, le descubre todo lo que ha hecho para convertirle en un perfecto inglés y en un hombre completamente moderno. Sin embargo, Daniel no aprueba la conducta materna; no admite una felicidad meramente personal: el deber es, para él, un complejo de obligaciones, fruto no de una libre elección sino de la imposición de un determinismo racial al que el individuo debe plegarse.
«Los efectos preparados por las pasadas generaciones alcanzarán el triunfo sobre cualquier estratagema ideada para someterlos a la satisfacción del yo. Vuestra voluntad era fuerte — dice a su madre —, pero la fe de vuestro padre, que vos tenéis por un yugo, es la expresión de algo todavía más fuerte, de raíces más hondas y más amplias, y edificado sobre los fundamentos de todo cuanto hay de más sagrado en el hombre».
M. Praz