[Brandimarte e Fiordiligi]. Personajes del Orlando enamorado (v.) y del Orlando furioso (v.). Protagonistas de una amena leyenda amorosa del poema de Boyardo, uno y otra, crecidos juntamente en la casa de Rocca Silvana, se aman con un afecto mutuo que ni las aventuras a cuyo encuentro van ni las frecuentes separaciones consiguen disminuir; convertidos ambos al Cristianismo, Brandimarte llega a ser fiel amigo y compañero de Orlando (v.) y le sigue en su regreso de Oriente a Francia, y Flordelís, desenvuelta viajera por los más remotos y peligrosos países, acaba por casarse con él.
Una franca y sana sensualidad no desprovista de gracia anima desde el principio al final su historia, que en el Orlando furioso tiene un nuevo desarrollo y una conclusión dramática. En este poema encontramos de nuevo a Flordelís siempre en busca de su Brandimarte y ansiosa de salvarle de los peligros que le amenazan; pero, como él, permanece hasta los últimos cantos del poema como una figura secundaria, cuyo interés, más que en sí misma, reside en el recuerdo de sus graciosas aventuras del Orlando enamorado.
Pero ambos personajes adquieren un valor esencial en el episodio del combate de Lipadusa, la página más severamente épica y altamente humana que escribiera Ariosto. Juntos finalmente después de tantas vicisitudes y peligros, en tanto que la paz está ya a punto de reinar de nuevo en el mundo y Brandimarte es llamado a suceder a su padre en su reino de Oriente, una empresa bélica viene a separar nuevamente a los dos esposos: junto a Orlando y Oliveros (v.), Brandimarte debe defender la causa de la Cristiandad en la lucha contra los supervivientes caudillos sarracenos Agramante (v.), Gradasso (v.) y Sobrino.
Flordelís, que nunca temiera el futuro, es ahora turbada por tristes presentimientos, que llegan a realizarse, y Brandimarte, a punto de dar muerte a Agramante, es herido mortalmente por Gradasso y expira encomendando su querida esposa a Orlando. La desesperación de éste, que venga rápidamente a su amigo y gana el duro combate, los solemnes funerales del guerrero (última víctima de la lucha) y el emotivo discurso de su gran amigo ante el féretro («Oh mi valiente y querido y fiel compañero…») dan a la heroica muerte de Brandimarte una grandiosidad única; pero no pueden separarse de estas notas heroicas las patéticas de Flordelís, que adivina la funesta nueva ya antes de haber tenido conocimiento de ella y luego se encierra en una celda próxima al sepulcro de su esposo, donde muere poco después, consumida por el dolor.
M. Fubini