Héroe de la comedia rusa Entre los suyos uno se las arregla (v.) del dramaturgo ruso Alejandro Ostrovski (Aleksandr Nikolaevič Ostrovskij, 1823-1886).
Sansón Silych Bolchov es el tipo característico del comerciante ostrovskiano, representante del llamado «samodurstvo», palabra en que se cifran las características del mundo mercantil ruso de mediados del siglo XIX: arbitrariedad, despotismo y carencia de moralidad.
Los rasgos típicos de Bolchov se ponen de relieve en sus relaciones comerciales y familiares. Su despotismo se manifiesta particularmente con su mujer, a la que despoja de toda personalidad, y con su hija, obligada a casarse con Podchaliuzin, empleado de Bolchov, a cuyo nombre éste pone todos sus bienes con objeto de estafar a sus acreedores.
Al igual que la señora Prostakova (v.) de la comedia de Fonvizin El menor de edad (v.), Bolchov opina que las leyes existen sólo para poder ser burladas, y, también como aquélla, en la pena subsiguiente a la ley ve únicamente una desventura que cae sobre un desgraciado. Su falta de escrúpulos y su testarudez le llevan a la cárcel; sin embargo, no por ello claudica de sus principios, que le hacen decir en todos sus asuntos: « ¡No pongáis obstáculos a mi manera de proceder!» Se hace difícil hallar un fundamento lógico a su modo de obrar, tanto más cuanto que su capacidad para la «rapiña cotidiana» se ve acompañada de munificencia y generosidad.
Arruina a sus acreedores y cede toda su fortuna a Podchaliuzin, bajo la influencia de un inexplicable impulso. Su suerte es trágica, puesto que no ya tan sólo su yerno, sino incluso su hija le rechazan cuando al salir de la cárcel se encuentra sin recursos. Con todo, esta tragedia pierde gran parte de su significado por la afirmación de Bolchov según la cual, si debiera de volver a empezar su vida, se esforzaría en hacerlo con mayor astucia y menos peligro, pero siguiendo los mismos métodos.
Algún crítico ruso ha creído poder establecer un paralelismo entre la situación de Bolchov y la del rey Lear (v.), de Shakespeare; la falta absoluta de fondo moral en el héroe de la comedia rusa hace inadmisible tal comparación.
E. Lo Gatto