Uno de los más famosos héroes de la tradición popular y literaria japonesa. Aun cuando se trata de un personaje histórico, poco es lo que de él puede decirse con seguridad, pues la leyenda y la fantasía literaria han desfigurado de tal manera sus contornos que hoy es imposible distinguir entre realidad e invención.
La figura de Benkei está íntimamente relacionada con las gestas de su señor Minamoto-no-Yoshitsune (1159- 1189). Según parece, fué hijo de un monje del templo de Kumano y, de niño, se le daba el nombre de Oni-waka (el joven demonio), evidente alusión a un carácter violento e impulsivo. Inducido por su padre a la carrera religiosa, ingresa en uno de los monasterios del monte Hiei, cercano a Kyōto, tomando el nombre de Musashi- bō, pero muy pronto manifiesta su verdadero modo de ser y, tras haber colgado los hábitos, se lanza a una vida aventurera.
Según la tradición, tenía la fuerza de cien hombres y llevó a cabo muchas hazañas, de imposible comprobación histórica. Uno de los más famosos episodios nos lo presenta en su primer encuentro con Yoshitsune, a la sazón tan joven como él, a quien ataca en el puente Gojō, en Kyōto, con el fin de robarle el sable. Pero Yoshitsune da una tal lección a su agresor que éste, profundamente admirado, se declara vencido y desde entonces se convierte en su más fiel vasallo. Con él participa activamente en toda la campaña contra los Taira, sin abandonarle ni aun en la vida errante a que Yoshitsune se ve obligado para escapar a la persecución de su hermano Yoritomo, quien, después de haberse valido de sus obras para conquistar el poder, quería quitarle de en medio, celoso de su popularidad.
Perseguido por el odio implacable de su hermano, Yoshitsune anda errante de refugio en refugio por espacio de ocho largos años, seguido siempre por el fiel Benkei. Otra famosa leyenda nos ha transmitido la argucia que éste ideara para salvar a su señor en el paso de la barrera de Ataka. Benkei, oportunamente disfrazado, se presenta bajo las apariencias de un religioso en busca de limosnas para regalar una campana a un templo, y simula leer a los guardianes de la barrera (por regla general analfabetos) un «kanjinchō» (documento que expresaba la finalidad de la recaudación y las cantidades hasta entonces reunidas) acreditativo de la autorización que el superior del monasterio de Hōkōji (en Kyōto) había concedido a los dos para efectuar dicha colecta.
La estratagema surte efecto y consiguen pasar adelante. Este episodio sirvió de argumento a un «kakubi» (drama popular), titulado precisamente Kanjinchō, y a un «no» (drama clásico), cuyo título es Ataka. Más tarde, en 1189, Benkei murió, juntamente con Yoshitsune, en Koromogawa, realizando prodigios de heroísmo. Según una tradición, empero, él y su señor lograron salvarse huyendo a la isla de Yezo. De todos modos, el arte y la literatura han popularizado sus aventuras convirtiéndole en la figura ideal del héroe que pone su fuerza y su astucia al servicio de su señor, generosidad que ya de siempre ha arraigado profundamente en el alma de un pueblo como el japonés, cuyo ideal humano está íntimamente penetrado de los conceptos de lealtad y abnegada devoción.
M. Muccioli