Héroe troyano, descrito en la litada (v.) como prudente consejero de la paz. Marido de Teano, sacerdotisa de Atenea, y padre de numerosos hijos que mueren casi todos en la guerra, Antenor es uno de los ancianos que en el canto III del poema no pueden contener su admiración por la belleza funesta de Elena (v.).
En su casa se han hospedado Menelao (v.) y Ulises (v.), que habían ido a Troya a reclamar la restitución de aquella princesa. Elegido para tratar con los griegos en los momentos de tregua, Antenor se esfuerza todavía por poner fin a la guerra cuando (c. VII) propone que Elena sea devuelta a Menelao. Homero hace, pues, de él una figura análoga a la de Néstor (v.), representativa de la prudencia antigua, la honradez y la imparcialidad.
Según leyendas transmitidas por poetas tardíos y por eruditos y recogidas por Servio, Estrabón, Pausanias, etc., Antenor traicionó a Troya, entregando a los griegos el Pala- dio y abriendo el vientre del caballo de madera y las puertas de la ciudad. Las historias relativas a lo acontecido después de la caída de Troya nos pintan a un Antenor muy distinto del de la llíada, que aparece, siempre como fugitivo de la ciudad destruida, en los más diversos y alejados lugares.
La historia más difundida le lleva a Italia, donde funda Padua, según un mito aceptado ya por historiadores antiguos como Livio; el mismo Virgilio narra que Antenor logró huir de los aqueos, y atravesando Iliria ganó la Italia septentrional, donde fundó aquella ciudad, en la que acabó tranquilamente sus días. Otras leyendas, a las que aluden poetas antiguos, desde Píndaro a Licofrón y a Quinto de Esmirna, atestiguan la variada suerte que tuvo este personaje que, por lo mismo que en la epopeya más antigua carecía de historia propia, pudo luego incorporarse en varias formas a las nuevas tradiciones poéticas.
F. Codino