[Aaron].Personaje de Tito Andronico (v.), tragedia de W. Shakespeare (1564-1616). Es un grosero esbozo del tipo del malvado integral que el público isabelino, en su maniqueísmo, gustaba de ver presentado a modo de espantajo en la escena.
Aarón guarda cierto parentesco con Barrabás (v.), el hebreo de Marlowe, y es un precursor de la maldad mucho más sutil de Yago (v.). Su alma de ateo es negra como su tez, y su perfidia sin límites se ilumina con reflejos de siniestro humorismo en sus discursos al negro arrapiezo que ha tenido de la emperatriz Tamora. Condenado a muerte, su único pesar es no haber llevado a cabo otras mil maldades.
«Todavía ahora maldigo los días, y pienso que serán pocos los que caigan bajo mi maldición, en que no cometí alguna notoria fechoría, como dar muerte a un hombre o por lo menos planearla, violar a una doncella o por lo menos meditar la manera de hacerlo, acusar a un inocente y jurar en falso, fomentar la discordia entre dos amigos, hacer que el ganado de los pobres se rompiese el cuello, incendiar de noche graneros1 y heniles y decir a sus propietarios que los apagasen con sus lágrimas.
A menudo he sacado a los muertos de sus tumbas para dejarlos de pie junto a la puerta de sus amigos más queridos, cuando estos últimos empezaban a olvidarse de llorarles, y sobre su piel, como sobre la corteza de los árboles, he grabado con mi puñal en letras romanas: ‘No porque yo haya muerto debe morir vuestro dolor’.
Oh, sí, mil cosas terribles he llevado a cabo con la misma facilidad con que se mata a una mosca, y si un dolor me aflige es el de no poder hacer otras diez mil». Esta pueril pintura de la maldad, que hace pensar en las representaciones medievales del demonio, se halla en el umbral del teatro isabelino inglés, que tan insuperable profundidad había de alcanzar poco después en la figuración del mal.
M. Praz