«Cinedrama» en dos partes, dividida la primera en diez cuadros y la segunda en tres y un prólogo, de Jacinto Benavente (1866-1954), estrenado en Madrid en 1929.
Enrique, joven rico de origen plebeyo, está enamorado de Eugenia, heredera de noble familia venida a menos; pero rehúye el matrimonio, porque entre otras cosas no está seguro de que el consentimiento de la joven sea desinteresado. Eugenia, que ama a Enrique, no puede, a su vez, aceptar el equívoco. Cuando su hermano Manolo, impulsado por un compromiso de honor, roba a Enrique, ella va a casa de éste, que promete callar sin exigir nada, y se entrega a él: no podía ella aceptar un favor sin pagarlo; «sólo el orgullo de mi humillación podía humillar su orgullo». Enrique, aunque sospecha que todo ello puede haber sido una hábil comedia, se decide a pedirla por esposa, pero Eugenia adivina aquella sospecha y «precisamente porque lo ama» no acepta. Este cinedrama, que, a pesar de alguna innovación técnica, no se aparta del tipo de la comedia mundana de Benavente, se funda en una psicología que, si le buscamos parentescos, llamaríamos conceptista, aunque sin considerarla falsa.
Para encontrar la felicidad es menester que «dos seres vayan a buscarla por un mismo camino»; pero en el desconfiado mundo elegante, que teme siempre que el amor sólo encuentre un deseo pasajero o, cosa peor todavía, un interés, como piensa «el hombre de alta sociedad» en la comedia dirigida a expresar la amargura de ello, dos amores cuando se encuentran no se reconocen; cada cual obra por su cuenta, como caminos que se cruzan en un punto y vuelven luego a separarse.
F. Meregalli