[Ueber das Weseh des Gelehrten]. Lecciones dictadas por Johann Amadeus Fichte en 1805 y publicadas en el mismo año en Berlín, y que se relacionan con los Caracteres fundamentales del tiempo presente (v.).
El docto es presentado como el alma de la humanidad, porque le corresponde la tarea de descubrir la verdad, condición del progreso moral, y de realizarla en el mundo, ya por medio de la educación social, ya mediante la reforma de una constitución política destinada a ser siempre imperfecta. Su actividad propiamente científica se desarrolla por la doble vía de la propagación de la ciencia mediante la educación de los doctos futuros, y de la producción creadora de ciencia. Como profesor, el sabio está obligado a ser claro y vivo, debe adaptarse a la diversidad de inteligencias, y variar indefinidamente la expresión.
Como escritor, por el contrario, no está obligado a la divulgación accesible, basada en el arte de la oratoria, sino que más bien ha de revelar sin reticencias su pensamiento en toda su profundidad y si es preciso en toda su oscuridad. Por otra parte, todo cuanto es nuevo y original, parece al principio oscuro. En tanto que el profesor trabaja para las exigencias de su época, el escritor lo hace para la eternidad. Precisamente para distinguir estas dos actividades, el sabio debe adquirir, con claridad muy superior a la de sus contemporáneos, la conciencia del estado actual de la ciencia y del significado de su desenvolvimiento.
Por tanto, esta obra constituye el preludio a los Caracteres fundamentales del tiempo presente, y caracteriza el último período de la vida de Fichte, durante el cual sintió con singular urgencia la necesidad de dar a la especulación una finalidad práctica en el sentido más elevado de la palabra, como lo exigía precisamente la orientación general inmanente de su filosofía.
G. Alliney