Sermón sobre la Mitología, Vincenzo Monti

[Sermone sulla mitología]. Epitalamio de Vincenzo Monti (1754-1828), en versos libres, compuesto en 1825 y dedicado a la mar­quesa Antonietta Costa di Genova, para las bodas de su hijo Bartolomé. Esta com­posición tiene carácter polémico, se pro­pone defender el Clasicismo contra el Ro­manticismo, la tradición grecorromana con­tra la que el autor llama la «audaz escuela boreal».

Explicando su intento en una carta a Cario Tedaldi Fores, Monti sostuvo que es oficio del poeta imitar la naturaleza; y por esto los nórdicos representan también la naturaleza nubosa y tétrica; pero los la­tinos no necesitamos correr tras estas mo­das, que nunca convienen a nuestros gus­tos. Y en el Sermón se defiende la vieja es­cuela, de la cual Monti fue, con justicia, llamado maestro. Los poetas primitivos no inventaron los diferentes mitos, fue el pue­blo griego quien los formó espontáneamen­te y los poetas los tomaron del pueblo con suma .sabiduría. La mitología tiene un ori­gen espontáneo y no reflejo, natural y no artificioso. El poeta evoca, pues, a las nin­fas, a los mitos de los árboles, la gloria del sol, la potencia de Océano, la gracia de Anfitrite. El poemita se compone de dos partes: la primera negativa, en la cual, más que discutir sistemáticamente el valor del Romanticismo en sí, el autor polemiza con­tra ciertas exageraciones de algunos román­ticos, especialmente contra el abuso de lo tétrico y temeroso; en la segunda, desde el punto de vista teórico debilísima, se pro­ponía sentar los fundamentos de una esté­tica sana, en contraposición con la román­tica, pero incurriendo en el error harto ex­traño de creer que no puede haber otras formas ni símbolos de expresión poética sino los de la mitología, y que se puede hacer sobrevivir la mitología de los griegos y de los romanos cuando la cultura griega y romana no es ya una realidad viva, sino objeto de historia para nosotros.

Monti no comprendió que cada época tiene su propia mitología y que también el Romanticismo tenía la suya. Sin duda tuvo presente la poesía de F. Schiller Los dioses de Grecia [Die Gótter Griechenlands], pero más to­davía la Apologie de la fable de Voltaire. La obra, polémica de por sí, suscitó muchas polémicas; son dignas de recordarse las réplicas de los románticos Compagnoni, Mangiagalli y Tedaldi Fores. De Sanctis la define como «el último estertor de la escuela clásica».

M. Maggi

Quedan sus versos sonoros, la majestad de su período, y su abundancia, facilidad y elegancia; adornos de un cadáver. Disfrute quien se contente con ello. (De Sanctis)