[Rimé]. De variada entonación y asunto, son el ejemplo más representativo de aquella poesía que floreció en la segunda mitad del siglo XIV al amparo de las cortes principescas de la Alta Italia, por obra de rimadores no vacíos de ingenio y de cierta cultura, pero de vida desarreglada y carente de profundas convicciones, errantes de uno a otro señor al que servir con la pluma.
Entre las Rimas de Francesco Vannozzo (n. 1340) destacan por su valor histórico las composiciones políticas y, entre éstas, la «Cantilena pro comité virtutum», o sea el conjunto de ocho sonetos en los que sucesivamente Italia y siete grandes ciudades italianas (entre ellas Florencia y Roma) se presentan a ‘suplicar al conde soberano, G. Galeazzo Visconti, que acogiéndolas bajo su autoridad se convierta en mesías y salvador de Italia: uno de los documentos más interesantes de esta polémica política que iba enlazada de modo harto vivo a la obra de las armas y de la diplomacia, y que trataba de dar a conocer los motivos ideales o aquellos que se reputaban tales. Otras composiciones de asunto amoroso adolecen de la influencia de Petrarca (conocido por Vannozzo, que también compuso música para algunas poesías) y moderan el idealismo con algún toque realista, como en el gracioso soneto «Benditas sean las vísperas y el predicar», en el que el poeta expone su dicha por haber podido contemplar a su gusto a su amada, dormida durante un sermón.
Pero más numerosas son las rimas en que Vannozzo habla en tono lastimero o jocundo de sus miserias, de las diversas vicisitudes de su vida errabunda, ajustándose también en este caso a una tradición literaria y sin alcanzar nunca, ciertamente, una verdadera originalidad poética. Las Rimas de Vannozzo fueron publicadas por vez primera en Padua, por Nicoló Tommaseo, en 1825.
M. Fubini