Obra de Juan de Jáuregui (1583-1641), publicada en Sevilla (1618). El autor dividió sus composiciones en «varias» y «sacras», como era costumbre entre los poetas de la época; pero en ediciones posteriores se ha seguido a veces la terminología de «humanas» y «sacras».
En la «Introducción», que debe considerarse como primer esbozo de su Discurso Poético (v.), Jáuregui da su personal idea del arte y se manifiesta una vez más como crítico y preceptista agudo: «toda obra poética, por pequeña que sea, se compone de tres partes: alma, cuerpo y adorno…», y sobre esta imagen básica va indicando el proceso de concepción y creación poéticas: «alma es el asunto y bien dispuesto argumento de la obra… Luego se advierten las sentencias proporcionadas y conceptos explicadores del asunto, que éstos dan cuerpo… últimamente se nota el adorno de las palabras que visten ese cuerpo con aire y bizarría…», y reflejando su actitud contra Góngora, a cuya escuela había de rendirse más tarde, concluye: «… así que no pretendan [los poetas] estimación alguna de los escritos afectados con resplandor de palabras, si en el sentido juntamente no descubren mucha alma o espíritu, mucha corpulencia y nervio». Esta «Introducción» bastaría para dar una idea de lo que el poeta pretende hacer de sus poesías; pero la realidad es que Jáuregui era, además de poeta, pintor, y, sobre todo, extraordinariamente sensible para recibir e imitar la música y las ideas de otros poetas; por eso sus composiciones ofrecen un panorama más complejo e interesante, que había de culminar en su segunda época con el Orfeo (v.), en que imita a Góngora. Sir» llegar a la altura de los grandes genios, pero siguiendo con fácil fidelidad los senderos abiertos por aquéllos, Jáuregui se inspiró en los poetas italianos y en los de la escuela sevillana haciendo confluir en una, graciosamente, las dos tendencias.
Entre las Rimas «humanas» o «varias», las canciones y los sonetos ocupan una buena parte y es posible descubrir entre ellos algunas composiciones de gran calidad y reveladoras del profundo conocimiento que el poeta tuvo de los clásicos y de la mitología: «Dame el peñasco, Sísifo cansado, / Y tú, infelice Tántalo, tu pena; / Dame, Prometeo, el águila y cadena, / Herido el pecho, y al Cáucaso atado…» Excelente es la canción dirigida «Al Oro», y muy interesante la dedicada a «La Monarquía de España en la Muerte de su Reina Doña Margarita», en la que la belleza de la forma hace a veces ignorar la falta de entusiasmo y calor de que el poema se resiente. Entre estas composiciones se encuentra el «Diálogo entre la Naturaleza, la Pintura y la Escultura», doblemente interesante, pues Jáuregui, como pintor, demuestra que la Pintura es la mejor de las tres contendientes, por ser sus medios de expresión los más adecuados. Prueba también su lira en el cultivo de la sátira y el chiste, tan en boga en su época: «¿Para qué persuades / Al mundo que ha treinta años que naciste? / Pues a decir verdades, / Habrá sus treinta y dos que envejeciste», son versos de una canción «A una dama antigua, flaca y fea»; y cabe citar también dentro de esta vena la sátira «A instancia y en nombre de un galán poco lisonjero con su dama».
Sus cualidades de pintor, tanto con la palabra como con el pincel, pueden apreciarse en su silva «Acaecimiento amoroso», en la que el poeta describe la visión del baño de su amada; hay en la composición delicadeza y mesura exquisitas que hacen de ella un verdadero retablo de la naturaleza. De las Rimas «sacras» la más interesante es quizá la dedicada al «Desposorio que celebró Cristo con Santa Teresa», compuesta en liras de gran belleza y de hechura verdaderamente horaciana. También son de gran calidad las paráfrasis que el poeta hace de los salmos y de los himnos de la Iglesia; de ellas debemos destacar especialmente la del «Su- per Flumina», pero deben recordarse asimismo las del «Veni, Sánete Spiritus», del «In exitu Israel de Aegypto», y otras muchas. Cierra la obra una traducción de la Aminta (v.), en la que Jáuregui consiguió imitar el metro, el estilo, y hasta el mismo orden de las palabras del original italiano.
A. Pacheco