Nació en Fortuna en 1564 y murió en Murcia en 1642. Muy difícil es reconstituir el desarrollo de su juventud; efectivamente, faltan datos sobre su nacimiento y familia, a excepción de algunas alusiones a un hermano gemelo, y se desconoce quién fuera su padre.
Del estudio de la Gramática pasó a la vida militar (1585) en los Países Bajos y en Francia, y estuvo en contacto con insignes humanistas. Además viajó por Italia, donde posiblemente frecuentó alguna universidad. En Nápoles fue amigo de ilustres poetas españoles, y en Cartagena, de Luis Carrillo de Sotomayor, a cuyo culteranismo se opuso.
En esta última población escribió el Discurso de la ciudad de Cartagena (1598), de la que alabó los poetas. Obtuvo aquí la cátedra de Gramática, y luego enseñó en el colegio murciano de San Fulgencio. Parece haber compuesto autos y comedias, hoy perdidos, para las fiestas en honor de este patrón; en cambio, se conservan los Discursos históricos de la muy noble y muy leal ciudad de Murcia (1621), que compiló como cronista.
Se casó tres veces, y sólo tuvo hijos de la tercera esposa, hermana de los poetas P. y B. Ferrer Muñoz. Todavía joven, fue encarcelado, según parece, en el castillo de Chinchilla. Destacan en C. su multiforme humanismo y su doctrina de preceptista. En cuanto poeta mereció los elogios de su amigo Lope de Vega en El laurel de Apolo (v.). En las Tablas poéticas (v.), de 1604, pero impresas en 1617 gracias a la intervención de Saavedra Fajardo y con la ayuda del conde de Castro, acudió particularmente al Arte poética (v. Poética de Aristóteles) de Minturno y al comentario de Francesco Robertelli.
En las Cartas filológicas (v.)—parte de una correspondencia confidencial con los eruditos contemporáneos —, reunidas en 1626 y publicadas en 1634, dejó una especie de enciclopedia; figuran en ellas importantes juicios históricos y estéticos, aunque unilaterales o erróneos (sobre el carácter oscuro de Góngora, por ejemplo). C. escribió epigramas latinos inspirados en Marcial, tradujo el Arte poética (v.) de Horacio y redactó en latín un tratado acerca de esta obra. Compuso además un florilegio sobre el arte de la versificación y una Epopeya del Cid (v.), no terminada.
G. Savelli