Revelaciones, Birgitta Persson

[Revelationes]. Obra de la religiosa sueca Birgitta Persson, más tar­de canonizada con el nombre de Santa Brí­gida de Suecia (1303-1373). Después de la muerte de su esposo, con quien había em­prendido una peregrinación a Santiago de Compostela en 1341-43, se trasladó en 1350 a Roma, donde pasó el resto de su vida. Desde niña, Brígida había tenido sueños de carácter religioso; pero la primera revela­ción auténtica la tuvo poco después de la muerte de su marido, cuando, en estado de éxtasis, le pareció ver a Cristo delante de ella y oírle decir: «Tú eres mi esposa y la intercesora entre mí y los hombres».

De entonces en adelante las revelaciones se hi­cieron, por decirlo así, regulares: ella era la elegida, la esposa de Cristo. Estas reve­laciones estaban avivadas por un ardor de imaginación y una riqueza de sentimiento extraordinarios. Así fueron transcritas cui­dadosamente y traducidas al latín, para que aprovechasen a toda la comunidad cristiana. Aunque descendía de una familia poderosa, Brígida era inculta; en sus Revelaciones no hay, por esto, novedad de ideas, nada que no pertenezca a la cultura común de su tiempo. La originalidad en ellas es psico­lógica; consiste en su viva fantasía, en sus esplendorosas imágenes, en su ardiente pa­sión. Estas cualidades se transparentan aun a través de su traducción y su refundición latina. Brígida, en efecto, dictaba sus re­velaciones en sueco, y eran puestas des­pués en latín por su confesor Petrus, prior de Alvastra, y después teológicamente ex­purgadas, primero por magister Mathias y después por el obispo español Alfonso.

Sus confesores Pedro de Alcántara y Pedro de Skenninge las ordenaron en siete libros. Brígida no quedó contenta, y encargó al obispo Alfonso una nueva ordenación; a esto obedece el llamado libro VIII (Liber celestis imperatoris ad reges), que contiene las revelaciones políticas. A estos ocho li­bros se añaden las llamadas Revelaciones extravagantes, sacadas de los papeles de Petrus de Alvastra. La primera impresión completa de las Revelaciones y de los demás escritos de Santa Brígida, según el texto canónico conservado en Vadstena, se hizo en Lubeck en 1492.

V. Santoli