Retablo de la Vida de Cristo, Juan de Padilla

Poema en estancias de arte mayor del poeta español Juan de Padilla (1468-1522?), mon­je profeso de la Cartuja de Santa María de las Cuevas, debido a lo cual es conocido en la historia de la literatura española con el nombre de el Cartujano. La obra que nos ocupa, seguramente por su carácter piadoso, ha tenido gran éxito editorial has­ta hace relativamente poco tiempo, mientras que su otra obra Los doce triunfos de los apóstoles (v.), a pesar de ser literariamente superior — como certeramente advierte Me­néndez Pelayo —, fue relegada al olvido du­rante bastante tiempo.

Ambos poemas han sido editados por Foulché-Delbosc en Can­cionero Castellano del siglo XV («Nueva Biblioteca de Autores Españoles», Madrid, 1912). Contrariamente al estilo de Los doce triunfos de los apóstoles, el de este poe­ma es sencillo y primordialmente narra­tivo, sin alegorías ni simbolismos. El tema del poema es la vida de Cristo, y el autor toma como pauta los cuatro evangelios sin mezcla de leyendas apócrifas — por lo cual Menéndez Pelayo lo relaciona con el poema de Juvenco—. De vez en cuando el autor da una sentencia o hace una compa­ración, pero siempre lo anota, y por esto encontramos constantemente a lo largo del poema estas observaciones: «comparación», «aplica», «vuelve a la historia», etc.

El au­tor incluso hace gala de una intención anti literaria, que no sólo está en contradicción con el estilo culto del cual deriva su poema, sino con su otra obra, Los doce triunfos…, de tan clara influencia dantesca: en los versos del prólogo hace una reprobación de las musas («Huyan, por ende, las musas da­ñadas, / a las Estigias do reina Plutón») y, en cambio, hace una invocación a la Pro­videncia, a la que implícitamente contra­pone a la Fortuna: «Oh Providencia, divina rectora». Y en la anotación al cántico I dice: «Como la vida de Cristo se debe es­cribir simple y devotamente, sin los altos estilos de los oradores, los cuales ponen más oscuridad que declaración, y error más que provecho…»

Cada uno de los cánticos en que está dividido el poema termina con una oración en versos octosílabos y en los mo­mentos de la descripción de la Pasión de Cristo aparecen intercalados trozos en pro­sa oratoria. De hecho la intención narra­tiva, sencilla y casi anti literaria de Pa­dilla ha sido traicionada por el género de verso que ha utilizado, y quizá de esta contradicción derive la falta de calidad de este poema.