[La Tapisserie de Notre-Dame]. Colección poética y décimo cuaderno de la XIV serie de los Cuadernos de la quincena (v.) de Charles Péguy (1873-1914), que se publicó el día 11 de mayo de 1913.
Al principio aparece Nuestra Señora, de París, representada aquí como una «pesada nave», una «doble galera» cargada del peso de nuestros pecados. La segunda y la tercera partes están ligadas, por el contrario, a la peregrinación a Chartres llevada a cabo por Péguy el año anterior. En una rica y magnífica evocación de la llanura beauciana acompañamos al peregrino en la gran ruta de su plegaria: Péguy canta en primer lugar la tierra, inmensa como el mar y en la que mil años de trabajos han acumulado «una reserva sin fin para las edades nuevas»; luego el poeta se presenta como campesino de Orleáns, hombre de ese país, nacido «para vos al borde de esta meseta / en el meandro de nuestro rubio Loira».
Describe finalmente la llegada frente a la catedral, la «torre beauciana», «la aguja irreprochable y que no puede fallar», adonde el feroz combatiente viene a ofrecer su peregrinación en remisión de sus pecados y para ganar gracias para los seres que le son queridos. Esta «Presentación de Beau- ce», que el poeta estima como su mejor logro, va seguida de cuatro plegarias en la catedral: plegaria de «residencia», que es un saludo al viejo edificio, «jardín secreto o donde el alma se abre por entero»; la plegaria «de petición», con la cual el pecador no espera sino, «Reina, guardar bajo vuestros mandatos / Una fidelidad más fuerte que la muerte»; la plegaria «de confidencia», donde Péguy deja adivinar un instante el motivo de su peregrinación (y éste parece haber sido menos la salud de sus hijos que una misteriosa prueba sentimental que acababa de abrumarlo).
El poeta cuenta a Nuestra Señora cómo, en la hora de la elección, ha preferido la tristeza de una separación al remordimiento de la falta, no por virtud, se apresura a añadir, sino «para marchar a lo más duro y sufrir lo más cruel», conservando el honor cristiano. La plegaria «de resumen», que corona a todas las demás, está llena de la esperanza de las gracias solicitadas a la Virgen por Péguy, para él y para sus hijos. En El retablo de Nuestra Señora, el arte de Péguy parece alcanzar su perfección, en particular en el célebre pasaje: «Estrella de la mar, he aquí el pesado lienzo de agua…» La renuncia constituye el tema central de este librito, pero también el humilde orgullo de una prueba superada, donde, a imitación de los héroes de Corneille, Péguy ha sabido preferir el honor a la felicidad.