Con su nombre, más que con su apellido, Blaustein, ingresó en la literatura hebrea una de las más notables poetisas modernas. Nació en Poltava (Rusia) el 20 de septiembre de 1890 y murió en Tel Aviv el 16 de abril de 1931. A los quince años componía ya versos en ruso, aunque su mayor afición la constituyera entonces la pintura. Habiéndose trasladado en 1909 a Palestina, todavía ignorante del hebreo, vivió al principio en Rehovoth, donde aprendió de los niños del asilo la lengua de sus antepasados: vivió feliz) después, hasta 1913, en el «kibbuz» de Degania, donde brotaron sus primeros versos hebreos: A mi tierra [’El árzi], Sobre el aire [’Al ha-goren]. La sorprendió en Rusia la primera Guerra Mundial y volvió a Palestina en 1920, enferma de tuberculosis. El presentimiento de un próximo fin, la sensación de la inutilidad de la vida dieron a su lira una nota de descorazonamiento y de tristeza, que determinaron que fuera definida por los críticos como «la poetisa del dolor». Algunas poesías de Raquel, a las que se les ha puesto música, corren hoy en boca de la juventud de Israel.
R. Elia