Poema publicado en 1875. Pone en verso la conocida leyenda de la conversión del beato mallorquín. Habiéndose enamorado de Blanca, joven de gran belleza y esposa de un caballero genovés, Raimundo la persigue por doquier y un día se atreve incluso a penetrar a caballo en la iglesia donde se halla Blanca, con gran escándalo de todos los fieles que entonan el «miserere» en torno a un féretro. Para curarle de su pasión, lo cita la dama, haciéndole venir una noche a su casa, pero cuando él arranca los velos que cubren el cuerpo de la amada, ve con horror que uno de sus pechos está corroído por un horrible cáncer. Decepcionado del mundo, Lulio renuncia al amor de la criatura y se vuelve hacia la eterna belleza del Creador. Es evidente que Blanca, la mujer bellísima que oculta en su cuerpo la corrupción, simboliza la ciencia humana. El pequeño poema, en el que alternan los tercetos con los cuartetos, es muy elegante, pero la elocuencia declamatoria y las preocupaciones simbólicas lo mantienen ciertamente alejado de la verdadera poesía.
A. R. Ferrarin