Comedia en dos actos de los hermanos Serafín (1871- 1938) y Joaquín (1873-1944) Álvarez Quintero, estrenada en el Teatro Lara de Madrid, el 17 de enero de 1912.
Hay quien identifica el lugar de la acción de esta obra con Moguer (Huelva), pueblo por tantos motivos interesante y célebre, y cuya biografía local queda expresa en Puebla de las mujeres como la de un pequeño mundo regido, con gracejo y gracia insuperables, por mujeres empeñadas en casar, a toda costa, a las que están todavía en edad de poderlo hacer. En este caso, a Adolfo, un abogado joven que ha ido al pueblo para arreglar los asuntos de una tía suya, le ocurre que al ver a una chica bonita, Juanita, y comentarlo en voz alta con agrado, se ve enredado en una serie de pequeñas y graciosas intrigas femeninas — en las cuales va también, inocente de ellas, Juanita—, cuya finalidad resuelta es llevarle con su atribuida dama a la vicaría.
Así se lo vaticina el médico del pueblo, víctima por su parte, antaño, de idénticos manejos; y tal es la opinión del cura, pacífico y buen pastor de tantas ovejas. Adolfo, sin fuerzas por fin para seguir resistiendo a Concha Puerto, máxima sacerdotisa de las vestales en espera ansiosa de novio, cae gozosamente vencido en la trampa preparada. Diálogo chispeante, tipos definitivos (y hasta con nombres que suenan 3 los buenos conocedores de Moguer, cantera teatral muchas veces de los hermanos Quintero), y esa gracia popular que caracteriza el teatro de los dos hermanos.
C. Conde