[Poezii]. Las poesías del poeta rumano Mihail Eminescu (1849-1889) puede decirse que fueron recogidas póstumas, puesto que la primera selección vio la luz en 1883, editada por Titu Maiorescu, cuando el poeta estaba ya loco.
Entre sus muchas ediciones es notable la completa de 1939 (Perpessicius), y la edición con variantes de 1940 (Marzilu). La poesía de Eminescu se relaciona con el Romanticismo alemán de principios del siglo XIX; poesía nutrida de pensamiento, de pasiones cívicas, de doloroso amor por las criaturas de su espíritu. Las composiciones amorosas, aunque se refieran a la poetisa Verónica Miele, cantan a un ser irreal, ángel o demonio, como «Venus y Madonna» [«Venere si Madona»] y «Ángel custodio» [«Inger de pază»]. A veces representa un ideal inalcanzable, como en «Tan leve» [«Atât de Fragedă»], pero a menudo es la criatura lejana que se desea con nostalgia: «Por la noche en la colina» [«Sara pe deal»]; «El lago» [«Lacul»]; «El deseo» [«Dorinta»], o que ha desaparecido para siempre, como en «Flor azul» [«Floare al bastră»] y en «Soledad» [«Singurătate»].
A veces se trata también de una imagen de felicidad, pero el amor es imposible porque en el corazón del poeta se ha extinguido toda pasión: «A lo largo de los álamos desaparecidos» [«Pe lângă plopii fără sot». Pero él tiene un solo deseo, «Ahora sólo tengo un deseo» [«Mai am un singur dor»]: morir junto al mar. Le bastarán un cielo azul y un lecho de ramas, la sonrisa de las estrellas y el canto del mar, y en su soledad se sentirá venido nuevamente a la tierra. También la naturaleza es en él verdaderamente serena, sobre todo en las fábulas, como en el breve poema «Călin», en el que el bosque brilla de gloria y de belleza para festejar las bodas del fantástico Călin con la hija del emperador. Entre sus poesías civiles es notable por su espíritu antiliberal «Los epígonos». [«Epigonii»], en la que Eminescu contrapone los escritores del tiempo viejo a los modernos, escépticos, fríos, y que no creen en nada. El desdén con que hiere en la «Epístola III» [«Scrisoarea III»] a los falsos patriotas que se pierden en la corrupción de París, recuerda la sátira de Carducci.
Pero la más bella poesía de inspiración patriótica es «Doina», escrita por Eminescu poco antes de que la locura comenzase a entenebrecer su mente. Fue compuesta con ocasión de la inauguración del monumento a Esteban el Grande (1883) en Iasci. En forma de romanza popular, se lamenta de que desde el Nistro al Tissa la tierra rumana esté dominada por el enemigo, y conjura a Esteban a que salga de su tumba y toque la trompa para alzar a toda la Moldavia; la violencia de sentimiento está dada con una sencillez de expresión, que alcanza una perfecta forma de arte. Las poesías de carácter filosófico están, por el contrario, impregnadas de un pesimismo a lo Schopenhauer. Frente a la muerte que se ha llevado a una niña («Mortua est») el poeta se hace una serie de preguntas sobre la razón de la existencia, preguntas que quedan sin respuesta. La muerte es sin embargo una necesidad, y como a tal la invoca el Daco, que tiene el don de la inmortalidad: «La plegaria de un Daco» [«Rugăciunea unui Dac»].
Difícil es la vida, especialmente para el genio, que brilla por encima de todos, pero sufre por no ser comprendido y. a veces renunciaría a la superioridad con tal de no estar tan solo; esta idea está expresada en el «Astro» [«Luceafărul»], un poemita que en cuanto a pureza de concepción y equilibrio de forma es una de las mejores obras de Eminescu. Muy notable es, por fin, el soneto dedicado a Venecia, que contrapone los esplendores de antaño a la decadencia actual. Iniciador de un lenguaje poético nuevo, por la armonía y la formación de la rima y el ritmo, por la altura del pensamiento y lo hondo del sentimiento, Eminescu puede considerarse el creador de la lírica rumana.
G. Lupi