Poesías Alemánicas, Peter Hebel

[Ale­mannische Gedichte], Poesías de Johann Peter Hebel (1760-1826) escritas en dialecto alemánico como se habla en los valles sui­zos y badenses del Rin. Constituyen una de las primeras tentativas hechas en alemania para elevar un dialecto a lenguaje de arte. Su primera edición es de 1803, y a ella si­guieron otras numerosas con adiciones y modificaciones.

El poeta, en la época de su composición, se hallaba lejos de su tierra como director de un colegio en Kalsruhe, y padecía de aguda nostalgia por su agreste patria. Sus poesías, de inspiración entera­mente subjetiva, son una tentativa para evocar en su dialecto nativo el terruño que tanto amaba. Pero no quedan nunca particularmente limitadas a las descripcio­nes naturales; su contenido es universal: de las pequeñas narraciones idílicas de escenas campestres se pasa a grandiosas figuraciones de fenómenos cósmicos («Das Gewitter»). La colección se inicia con una descripción del paisaje por el que corre el río Wiese — el Wiesethal—, que fue patria del poeta.

Los armoniosos hexáme­tros se adaptan a maravilla al carácter del dialecto alemánico y a su particular ritmo. De allí asistimos a la vida de los habitantes del valle, en toda ocasión, en los días alegres y tristes («Agatha an der Bahre des Paten», «Hans und Verene»), durante las fiestas («Deer Mutter Christabend»), fiestas que muchas sirven para señalar el decurso de las estaciones y de los astros («Des neuen Jahres Morgengruss», «Der Abendstern»). El ciclo del año agrícola está delicadamente evocado en el poema «Das Habermuss». Y vienen a nuestro encuentro campesinos, eternos como los campesinos de todos los tiempos y todos los países.

Ad­mirados, hablan durante largas noches de los misterios de la vida y del universo («Die Vergänglichkeit»); patriarcalmente el más anciano transmite al más joven la sabiduría que él a su vez ha recibido de sus antepa­sados. Estas poesías merecieron los elogios de Goethe y son realmente muy delicadas y bellas en su sencillez, algunas veces un poco rebuscada.

C. Gundolf