La escena tiene lugar en Susa, Persia, junto a la tumba de Darío. Ante los ancianos del consejo del Gran Rey, inquietos por la falta de noticias sobre la expedición de Jerjes contra la Hélade, se presenta la reina madre Atosa, viuda de Darío, para comunicarles dos funestos presagios. Llega, en esto, un mensajero para anunciar que el ejército persa ha sido aniquilado en Salamina, y que Jerjes se halla de camino de regreso.
Atosa y los consejeros invocan a la sombra de Darío. Darío después de aparecer, explica que se han hecho oráculos que le son conocidos, y, lanzando una admonición contra la pretensión de conquistar Europa, vaticina la derrota de Platea. Su hijo ha presumido demasiado, deben exhortarlo a la cordura. Mientras el coro llora la gloria del imperio bajo el prudente Darío, llega Jerjes harapiento y sombrío.