[I dissimili]. Comedia en prosa publicada en 1550. Los desemejantes son dos hermanos, que contrastan por su carácter. Uno de ellos, Filippo, seguidor de las doctrinas epicúreas de Horacio y, ante todo, como él mismo dice, del lema horaciano: «carpe diem», vivió largo tiempo en la corte del papa León Máximo, en los felices días en que no se conocía el tedio. El otro, Simone arrastró siempre su existencia en su casa de campo, y es un tipo un tanto salvaje, cerrado en sí y muy poco inclinado a las diversiones y menos a los placeres. Tiene dos hijos: Alessandro y Federigo; pero el primero fue educado por su tío Filippo, del cual ha tomado sus libres maneras; en cambio, el otro, aunque a regañadientes, se ve obligado a permanecer junto al padre, en el campo, lejos de los desfiles y de las diversiones.
Alessandro se enamoró de una joven vecina y, habiendo tenido un hijo, promete casarse con ella, pero, entre tanto, Federigo revela a su hermano que se enamoró de Fiammetta, hija adoptiva de un hostelero. Decidido Alessandro a ayudar a su hermano, se finge enamorado de la muchacha y, una noche se introduce en su casa a fin de raptarla. Pero es en vano, así como también es inútil que el criado Sfavilla intente urdir mentiras para ayudarle en sus deseos y aplacar las iras de Simone, quien, a su vez, se entera parcialmente de lo sucedido. Advertida por Simone, la madre de Fiametta encierra a su hija en un convento, durante algunos días. Todo ello terminaría mal, a no ser que Filippo que, después de haber concertado el matrimonio de Alessandro con la muchacha por él comprometida, logra convencer a Simone de que el hijo primero es como el padre; luego se convierte como un hermano y por último como el padre.
Simone los perdona a todos, invitando a los hijos, familiares y parientes a la fiesta de las dos próximas bodas. El asunto está derivado de los Adelfos (v.) de Terencio; y esta estereotipia del enredo es en cierto modo la obligada de Cecchi a la producción cómica teatral del siglo XVI. Dentro de las normas de Terencio, Cecchi ha querido ejemplarizar en los dos jóvenes los inconvenientes de dos distintos sistemas de educación. El ingenio psicológico del autor es muy escaso, y todo el interés del lector queda absorbido por el agradable desarrollo del enredo.
E. Allodoli