[The Tragic Comedians]. Novela inglesa de George Meredith (1828-1909), publicada por entregas en la «Fortnightly Review» y en volumen en 1880. Para la intriga de esta novela Meredith se inspiró en la trágica historia amorosa de Fernando Lassalle, el conocido socialista alemán, y de Elena von Dónniges. Segismundo Alvan, en quien está personificado Lassalle, es un joven socialista judío, apuesto, inteligente, bastante popular entre las masas, que ven en él a su caudillo; pero bastante mal visto en el ambiente aristocrático, al que pertenece la familia de Clotilde von Rüdiger, de quien se enamora. Ambos no se ocultan las dificultades que la familia de Clotilde opondrá a su matrimonio, pero están dispuestos a enfrentarse con cualquier obstáculo. Sin embargo, Alvan espera conseguir que Clotilde sea su esposa con el pleno consentimiento de sus padres y por ello le ruega que vuelva a su lado esperando con confianza a que él consiga convencerles de que consientan en su matrimonio. Pero la familia von Rüdiger es inflexible, y consigue, adoptando todos los medios, convencer a Clotilde para que acepte otro cortejador, el príncipe Marco Ro- maris. Alvan escribe entonces una carta ofensiva al padre de Clotilde, pero es desafiado y muerto por el príncipe Romaris. Clotilde se casa con el matador de su amado. Aunque muy pronto se convirtió, por su brevedad y por la viveza de su estilo, en una de las obras más conocidas y populares de Meredith, Los comediantes trágicos no es una de sus mejores novelas. En ésta, como en las demás obras de Meredith, el agudo análisis psicológico constituye el principal interés. Siguiendo la trama ofrecida esta vez por un hecho de la vida real, el escritor examina a fondo el corazón de ambos protagonistas y trata de descubrir la esencia que motivó sus acciones. «Cómo un hombre semejante pudo llegar a su fin por amor y la mujer que le amaba pudo colocar su mano en la mano del matador, es el problema que nos toca investigar, sin inventar nada, en el espíritu y en la carne de ambos.» Tal es el objetivo que Meredith se fijó y que sustancialmente alcanzó, aunque el haberse atenido fielmente a un hecho no nacido de su fantasía puede haber engendrado un tono ligeramente forzado.
S. Rosati
La singularidad y quizás incluso la extrañeza del temperamento de Meredith consistió en la posibilidad de coexistencia de actitudes dispares. Su fuerza, en haber sabido mantenerlas unidas. (E. Cecchi)