[Die Bürgschaft]. Balada de Christoph Friedrich Schiller (1759-1805), escrita en 1798 — el llamado «año de las baladas» —. Dedicada a la exaltación del sentimiento de la amistad, la balada tiene veinte estrofas cada una de siete versos rimados ab-baa-cc. El ritmo es muy variado: tetrámetros y pentámetros yámbicos alternan con trímetros anapésticos, en un armonioso conjunto.
Moeros ha intentado en vano matar a Dionisio para librar a la ciudad de su tirano, como ha declarado a la que debía ser su víctima, ante la cual ha sido llevado. Condenado a la crucifixión, está dispuesto a morir, pero pide al tirano sólo tres días de prórroga para asistir al matrimonio de su hermana: será su fiador un amigo suyo, a quien el tirano puede condenar a muerte si el reo no vuelve a tiempo para el suplicio. La gracia le es concedida, y el amigo se entrega al tirano. Al alba del tercer día Moeros está ya en camino de regreso; pero descarga un verdadero diluvio; los torrentes se han convertido en ríos impetuosos, y, cuando el joven llega jadeante a la orilla, el ímpetu de las aguas desbordadas derriba el puente. Pasan las horas, las oleadas aumentan más que decrecen, y en su loca desesperación, Moeros se arroja a las olas y llega felizmente a la orilla. Pero he aquí que, al salir de la espesura del bosque, unos bandidos le cierran el paso. «No tengo más que la vida y ésta pertenece al tirano», grita exasperado, y reuniendo todas sus fuerzas, derriba a tres de los forajidos mientras los otros se dan a la fuga. Agotado, se deja caer en el suelo, pero de la peña vecina brota una fresca fuente que restaura sus miembros fatigados. Corriendo a todo correr por el bosque consigue llegar a Siracusa, cuyas almenas están ya enrojecidas por el crepúsculo, cuando el guardián de su casa le advierte que su amigo está ante la muerte en aquellos momentos.
«Si es tarde, si salvarle no me es dado / si tan adversa me ha de ser la suerte, / juntaréme al amigo en el callado / y apacible sosiego de la muerte», grita Moeros, y corre hacia la cruz en la que está ya atado su amigo. Dionisio no puede dominar su curiosidad por ver y conocer a los dos amigos, cuya fidelidad le conmueve: «Supremo bien mi corazón presiente; / no es la fidelidad un nombre vano: / si honor me concedéis tan verdadero, / pido en vuestra amistad ser el tercero».
Con su precipitado ritmo, desarrollado en un crescendo de ansiedad que empuja al lector hasta la inesperada solución, en que los ánimos se apaciguan, esta balada constituye uno de los más célebres modelos de la narrativa romántica y establece un motivo que se repetirá varias veces a lo largo del siglo XIX: baste recordar un episodio famoso en los Miserables (v.) de Víctor Hugo. La misma evidencia psicológica del tema permite a Schiller mantener a través de toda su narración una dramática objetividad. [Trad. en verso de Juan Luis Estelrich en Poesías líricas, tomo I (Madrid, 1907)].
O. Lennovari