[Die Erziehung des Rindes vom Standpunkt der Geisteswissensschaft]. Obra del pensador alemán fundador de la antroposofía. Ésta contiene, en germen, las ideas de las cuales nació luego todo el movimiento pedagógico steineriano, en cuya base se encuentra la doctrina de los siete constituyentes de la naturaleza humana; cuerpo físico, cuerpo etéreo o vital, cuerpo astral o psíquico, Yo, Espíritu y los elementos superiores que son el fruto del trabajo del Yo sobre los elementos naturales. Puesto que antes del nacimiento el cuerpo físico, en vías de formación, está custodiado y protegido por la envoltura física materna y no recibe directamente las impresiones, del mismo modo hasta los siete años aproximadamente (segunda dentición) y hacia los catorce respectivamente (pubertad) están protegidos el cuerpo etéreo y el cuerpo astral, sobre los cuales no deberían por lo tanto actuar estímulos directos.
Durante los primeros siete años de vida los factores educativos actúan principalmente sobre el cuerpo físico. Las disquisiciones morales y las enseñanzas racionales son aún inútiles; únicamente tiene un valor la realidad vivida a su alrededor. Con la segunda dentición se presenta a la vida en libertad el cuerpo etéreo, portador de las tendencias permanentes, de la conciencia, del carácter, de la memoria. El educador representa ahora para el niño la autoridad a la cual van amoldándose sus inclinaciones y tendencias; es, pues, necesario que sea sobre todo «una verdadera autoridad moral y por tanto un educador de sí mismo». También la enseñanza va orientándose de manera que presente al alma imágenes vivas, idóneas para actuar moralmente sobre los sentimientos, a través de los cuales y a través de la memoria, cuyo cultivo tiene una gran importancia, se alimenta el pensamiento.
Sólo con la autonomía del cuerpo astral — que físicamente se manifiesta en la pubertad— el pensamiento se enfrenta con la vida en la forma que les es propia, es decir, como facultad de vida interior traducida en conceptos abstractos. Ahora es cuando se buscan las relaciones conceptuales entre las cosas anteriormente aprendidas, los nexos históricos y las grandes corrientes de ideas. El educador deja de ser la autoridad natural a la cual el discípulo procuraba amoldarse, para convertirse en su guía en el libre uso de las facultades de examen y enjuiciamiento. Muchas faltas de armonía de la vida y también enfermedades orgánicas y nerviosas son originadas, según Steiner, por la confusión que en la mayoría de los casos reina respecto a los caracteres y, como consecuencia, a las necesidades del niño en las diversas etapas de su desarrollo.
M. Venturini