Personaje del Orlando furioso (v.). Fea y perversa, la vieja Gabrina constituye la antítesis del ideal de gracia encarnado en bellas formas juveniles, y es una de las Musas de la poesía de Ariosto.
Orlando (v.) la encuentra en la cueva de los ladrones, en calidad de malvada guardiana de la bella y pura Isabel (v.); tras la matanza de los ladrones, Gabrina huye y consigue la protección de Marfisa, que la venga, primeramente, de las risas de la amante de Pinabello abatiendo al guerrero y revistiéndola, a pesar de su vejez y de su fealdad, con las elegantes galas de aquélla; y, luego, de las mofas de Zerbino (v.), a quien asimismo incita al duelo, vence y obliga a hacerse caballero de la anciana.
Zerbino guarda fielmente la palabra empeñada, a pesar de que Gabrina le atormenta dándole noticias falsas sobre su Isabel, y aún defiende a aquélla contra un caballero desconocido, Ermonide, que deseaba apoderarse de ella para castigarla por sus delitos. Éste, herido, revela la cruel historia de la mujer, culpable de la muerte de sus dos esposos, relato de lujuria y perversidad, del que destaca una figura oscura y terrible cual ninguna otra de Ariosto. Tampoco ahora puede Zerbino deshacerse de Gabrina, la cual completa la serie de sus traiciones acusándole falsamente como asesino de Pinabello, a quien se ha encontrado muerto en medio del camino.
Orlando salva a Zerbino de la muerte, y Gabrina, fugitiva una vez más, cae en manos de éste, quien la entrega a otro traidor, Odorico, a modo de penitencia para ambos. Este último, empero, no se mantiene fiel a su promesa, y, para librarse de la mujer que se le confiara, la ahorca. De esta suerte, el poeta se ensaña hasta el final y con singular insistencia contra esta creación suya, que en el poema parece servir para mejor destacar la nobleza natural de sus personajes preferidos, y, singularmente, de Isabel y Zerbino, las dos víctimas de Gabrina y la pareja más gentil y agradable del Orlando furioso.
M. Fubini