Historiador y religioso ecuatoriano n. en Quito en 1844, murió en 1917. De modestísima familia, se dice que acudía descalzo a la escuela. Ingresó en la Compañía de Jesús, secularizóse después, fue nombrado obispo de Ibarra y más tarde arzobispo de Quito.
Entre sus actividades seculares figura la de haber explicado Literatura en Cuenca. Poeta mediocre, erudito de formación clásica y hombre de sano y riguroso criterio moral, no vaciló en fustigar las costumbres eclesiásticas que no estaban de acuerdo con la rectitud debida, lo que le valió enemigos y disgustos. Sin embargo, hay valores poéticos en muchos de sus trabajos, especialmente en su Hermosura de la Naturaleza y sentimiento estético de ella (1908), libro del que ha dicho Menéndez Pelayo que «encierra por sí solo más poesía que muchos volúmenes de versos». Otros títulos suyos son La poesía en América y Memorias íntimas; pero sus ensayos de crítica, así como algunos otros, fueron reunidos con el título Estudios literarios. Sus Obras oratorias se publicaron en 1911.
A pesar de todo, en ningún libro se hablaría de literatura del arzobispo Federico González Suárez, si no fuera por su Historia general de la República del Ecuador (v.). Pese a su jerarquía eclesiástica, a sus inclinaciones poéticas, a sus pretensiones críticas, a sus facultades oratorias y a sus escarceos lírico-religiosos (Nuevo mes de María), González Suárez es más que nada un concienzudo y estimable historiador ecuatoriano de la etapa colonial.
J. Sapiña