España

[La Spagna]. Poema caballe­resco italiano del siglo XIV. Desarrolla los argumentos ya tratados en los cantares de gesta franceses (v. Cantar de Roldan) y en los poemas franco-venecianos (v. En­trada en España y Toma de Pamplona), pero en este poema, así como en las su­cesivas redacciones en prosa del mismo tí­tulo, se narra toda la empresa de Carlomagno (v. Rey Carlos) en España, desde el principio de la guerra para la conquista del país y la fuga de los sarracenos, hasta la muerte de Roldán (v.) y la venganza de Carlos.

El poema se inicia describiendo los preparativos para la gran empresa. Carlomagno recuerda en la asamblea de sus barones la promesa hecha a Roldan de coronarlo rey de España y quiere lanzarse a la batalla: Salomón de Breta­ña, Hugiero el Danés (v.), Canelón (v.) el traidor, Oliveros de Viena y los demás guerreros están dispuestos a seguirlo; así se prepara la guerra y se inician las hos­tilidades con Marsilio, rey de España, y sus hermanos Falserón y Balugante. Roldán sostiene un largo y fiero duelo con el sarraceno Ferraú (v.) que, herido mor­talmente, pide el bautismo. Entre diversas aventuras, los cristianos conquistan algu­nas ciudades; pero la toma de Nobile, ar­bitrariamente llevada a cabo por Roldán sin la autorización de Carlos, provoca la cólera de éste, que ofende a su sobrino. Roldán se aleja, y, con su marcha, el tea­tro de la acción se traslada de repente a Oriente, donde el poeta sigue al paladín y canta sus portentosas aventuras, hasta que vuelve al campo cristiano, donde es aco­gido con festejos.

Pero con su regreso la acción en España vuelve a interrumpirse: la. narración sigue a Carlos que, de vuelta a París, llega a tiempo para hacer fracasar la tentativa del traidor Macario, en quien había delegado el gobierno y que está a punto de hacerse elegir emperador. Enton­ces vuelve para continuar la guerra en España, con el cerco de Pamplona. Desi­derio, rey de los longobardos, interviene con sus guerreros y, después de algunos episodios y la toma de algunas ciudades, se llega a la narración de los acontecimientos narrados en el Cantar de Roldan, es decir, la derrota de Roncesvalles y la muerte del paladín. Pero Carlos, llamado por el toque desesperado del cuerno, aunque tarde para salvar a su sobrino, llega a tiempo para vengarlo y vuelve victorioso a Francia. La hermosa Alda (v.), hermana de Olive­ros y novia de Roldán, muere trágica­mente de dolor. Ganelón, el traidor, es procesado y ajusticiado.

En este poema, en el que se ha querido exponer desde el prin­cipio al fin toda la gesta conocida a través de otros poemas que desarrollaban dife­rentes episodios* el autor, para dar carác­ter uniforme a la narración, modificó, al menos en parte, los acontecimientos y esce­nas ofrecidos por sus modelos, exageró las tintas burlescas de algunos fragmentos y trató de atenuar la vigorosa concisión ca­racterística del Cantar de Roldán, deteniéndose en los detalles y añadiendo digre­siones sentimentales. Los personajes resul­tan ingenuos, dotados de una vida más externa que íntima, incluso allí donde cul­mina el drama, como en el episodio de Roncesvalles. Carlomagno ya no es la noble y severa figura del Cantar de Roldán, sino que aparece presto a la ira y a la influencia de extraños, especialmente del traidor Ga­nelón; conserva, sin embargo, su prerroga­tiva de «santísimo emperador». Los héroes principales son naturalmente los paladines, que luchan y mueren según la tradición caballeresca y guerrera, especialmente Rol­dán, cuya gesta y cuyo valor anima todo el poema, manteniéndose fiel a la figura del héroe transmitida por la antigua can­ción. Las mujeres aparecen rara y fugaz­mente : la misma Alda, tan fuerte-mente dramática en el poema de Turoldo (v. El cantar de Roldán) pierde aquí algo de su altura poética.

El autor demuestra poseer cierta cultura, expone con garbo, aunque a menudo se advierte en él una falta de fuer­za incisiva y de imágenes poderosas que hacen la gran epopeya. Son notables algu­nas vivas descripciones de batallas y algunas escenas grotescas y, sobre todo, ciertos epi­sodios patéticos. El cantar España encon­tró muy pronto favor y popularidad y se difundió fuera del lugar de origen. Se en­cuentran alusiones e imitaciones en los poemas caballerescos italianos de los si­glos XV y XVI, y en los mismos poemas de Boyardo y de Ariosto.

C. Cremonesi