En 1919 el arabista español el autor publicó su obra La Escatología musulmana en la Divina Comedia, en la que, tras acumular numerosísimos textos, exponía su tesis acerca de la influencia musulmana en el poema de Dante.
El trabajo fue discutido apasionadamente, y sobre todo los investigadores italianos rechazaron la tesis, porque se desconocía el vehículo a través del cual Dante hubiera podido conocer esas fuentes árabes. El mismo Asín reunió los elogios y los reparos, y los contestó en su opúsculo La Escatología musulmana en la «Divina Comedia». Historia y crítica de una polémica (Madrid, 1924) — se. ha hecho una nueva edición reuniendo los dos textos (Madrid-Granada, 1943) —. Aunque la crítica discurrió luego por cauces más tranquilos, no se dejó de pensar en la tesis hasta que, en 1944, U. Monneret de Villard señaló la existencia de manuscritos, que posteriormente fueron publicados en dos ediciones casi simultáneas: la de E. Cerulli (Ciudad del Vaticano, 1949) y la de J. Muñoz Sendino (Madrid, 1949) —mucho mejor la de Cerulli, sobre todo el texto francés y su estudio y profusa anotación —.
Esas ediciones dan a conocer los textos francés y latino (este último en dos manuscritos) de la llamada Escala de Mahoma. Originariamente la obra estaba escrita en árabe, aunque desconocemos el original. El texto fue traducido al castellano por el judío Abraham Alfaquín, médico de Alfonso X, versión que tampoco ha llegado a nosotros. De esta versión derivan la latina y la francesa, debidas ambas al notario Bonaventura de Siena, un italiano que residía en la corte del Key Sabio, quien acabó, al menos la versión francesa, en 1264. Se trata de un texto esencialmente religioso, uno de los más largos y más completos relatos del llamado Mi’raay (literalmente, «escalera»), que refiere la ascensión de Mahoma al cielo, y su visión de los premios y de los castigos de las almas en el más allá; en ella figuran casi todos los episodios y detalles que en otros textos dedicados al mismo tema sólo aparecen parcialmente, y eso mismo da idea de que se trata de una recopilación, lo cual se aprecia, además, por el hecho de que haya episodios repetidos, mientras que a las veces un mismo episodio está explicado de distinto modo.
En la obra figura gran abundancia de datos cosmogónicos y cosmográficos. — En cuanto al medio de difusión de la obra en el mundo cristiano, los editores, en especial Cerulli, aportan una serie de datos; los autores que más hablan de la Escala son el catalán Sant Pere Pasqual (muerto en 1300), y el franciscano italiano Roberto Caracciolo di Lecce (fines del siglo XV), aunque la obra ya era conocida anteriormente en Italia, según se aprecia, por ejemplo, en la obra del pisano Fazio degli Uberti (de mediados del siglo XIV, v. Dictamundo). — La principal importancia de la Escala reside en la influencia que pudo ejercer en Dante, aspecto que centraba ya el interés de Asín. Ahora disponemos de un texto, vertido a lenguas que Dante conocía, con lo cual nos hallamos ante el anillo que nos faltaba. Lo que es preciso ver es qué influencia concreta pudo ejercer en el poeta italiano.
Indudablemente, la Escala no es la única fuente musulmana que conoció y utilizó Dante; pero lo que sí puede afirmarse, ya desde ahora, es que la Escala fue la más profusamente utilizada. Entre la Escala y la Divina Comedia se observan impresionantes paralelismos, tanto en la similitud de las líneas directrices y fundamentales, como en numerosas cuestiones de detalle. Pero existe un hecho incontrovertible, y es que Dante se valió de la Escala con entera libertad, vistiendo los datos que le proporcionaba el texto musulmán con el ropaje que le ofrecía su fantasía de gran poeta, y eso a pesar de que las líneas generales de la ascensión de Mahoma a los cielos y las de la Divina Comedia sean distintas entre sí, aunque sólo sea porque Dante era cristiano.
D. Romano