Es una colección de setenta y ocho cartas, atribuidas al emperador apóstata (331-363), la mayor parte auténticas. La correspondencia es variada y va dirigida en parte a retóricos, en parte a filósofos, como Libanio, Temistio, Yámblico, y en parte a hombres de gobierno, ya del Estado, ya de la Iglesia; dejan transparentar la discontinuidad de carácter propia de Juliano, reveladora de la lucha entre el hombre de Estado y el hombre de pensamiento, constreñido a indispensables compromisos. El estilo es sencillo, claro, aunque naturalmente se resiente de la educación retórica del autor, como podemos fácilmente imaginar por su proceder y por la figura dominante de su gran maestro Libanio.
I. Cazzaniga