[Elogi de la paraula]. Discurso que el poeta catalán leyó al tomar posesión de la presidencia del Ateneo Barcelonés, el 15 de octubre de 1903. Se publicó al otro día en el cotidiano de Barcelona «La Veu de Catalunya». En este discurso, con algo de ensayo y mucho de manifiesto, que años más tarde (1909) se completó con un Elogio de la poesía (v.), Maragall resumió sus ideas y experiencias sobre la palabra como materia y forma de la poesía, sin llegar a una sistematización, de la que él mismo no se sentía capaz.
De la palabra afirma Maragall que es lo más portentoso de este mundo, pues en ella se abrazan y confunden la maravilla corporal y espiritual de la naturaleza; en producirla emplea el hombre toda la fuerza de su ser. Por ella fueron creadas todas las cosas, y en un vocablo, por ínfimo que sea lo que representa, se refleja la infinita luz del Verbo. De ahí la necesidad de hablar con santo temor en plenitud de espíritu; haciéndolo así, con la palabra irá toda el alma del terrible silencio que la engendró. Así hablan los poetas, después de mirar y estremecerse mucho en el amor de las cosas. La palabra del poeta nace con el ritmo único de la belleza creadora. A condición de que sea inspirada; es decir, según la expresión de Maragall, viva; lo que el poeta sólo conseguirá olvidándose de sí mismo, no pretendiendo hinchar con falsas grandezas de arte lo poco o mucho que le fue dado decir.
El más claro ejemplo se lo ofrece el pueblo formado en la sencillez de la vida, ante Dios. Aprendiendo en él, los poetas llegarían a establecer el puro imperio del verbo creador y transformarían la tierra en cielo, según el más hondo anhelo del progreso humano. Para situar su discurso en la circunstancia, Maragall lo cierra con un elogio de la conversación, modo el más natural de comunicación verbal, que contiene en germen todos los demás. En el Elogio de la palabra es visible la influencia de los románticos alemanes, especialmente de Novalis; el mismo autor proclama la de su mejor discípulo en poesía, José Pijoan (cartas a éste del 16 de octubre y 1 de noviembre de 1903). Si bien es indiscutible que el Elogio de la palabra señala la postura ética, metafísica y religiosa de Maragall ante el fenómeno de la creación poética, en vano se ha querido explicar por él solo su producción como poeta; y más en vano aún deducir de él normas para una escuela de poesía. Fuera de Cataluña influyó en Unamuno, que conoció el discurso a poco de ser pronunciado y lo citó con frecuencia.
C. Riba