El Teatro de la Feria, Alain-René Lesage

[Le Théâtre de la Foire]. Colección de obras teatra­les de Alain-René Lesage (1668-1747), publi­cada entre 1731 y 1737; comprende sesenta y cuatro farsas y comedias escogidas entre las ciento una que el autor escribió de 1713 en adelante, solo o en colaboración.

Se trata en su mayor parte de comedias satíricas y burlescas, basadas en los contrastes entre las costumbres de todos los tiempos y la moral proclamada en ellos por los filósofos, en una viva representación de tipos. Este vasto repertorio, cuyo título caracteriza per­fectamente la actitud de Lesage, se propone indicar al público, divirtiéndolo, la vida de la rectitud, representando, con imponde­rable soltura, casos humanos verosímiles y bien definidos. Como en el Turcaret (v.), vibra en estas farsas y comedias aquel sen­tido punzante de la vida contemporánea que deriva de los conflictos políticos y de las nuevas afirmaciones de la moral corriente: aquí se siente el engaño de los financieros, la vanidad de los nobles, la pobreza de la plebe.

Arlequín se convierte así en el héroe de muchas comedias de Lesage («Arlequin roi de Serendib» y «Arlequin invisible», 1713; «Arlequin Mahomet», 1714, etc.) y, haciendo reír, trata de afirmar algunas ver­dades simples y de todos conocidas. Otras veces se trata de la galantería y el juego («Colombine Arlequin ou Arlequin Colombine», 1715; «Arlequin Endymion», 1721). Muchas obras, escritas en colaboración con otros comediógrafos (D’Orneval, Fuzelier, Lafont, etc.), muestran la gran versatilidad del autor en el género de la farsa. El carác­ter de improvisación de estos espectáculos, creados para divertir al público, de modo semejante a la baraúnda de una feria (espe­cialmente en la de San Germán), impulsó a Sainte-Beuve joven a afirmar que Lesage «escribía para el librero».

Sin embargo, la crítica moderna ha destacado la obra de Lesage, librándola de la acusación de va­cía repetición de motivos tradicionales, y viendo en ella un neto abandono de la come­dia de carácter, para volver a las máscaras, tales como Arlequín, Polichinela, Scaramuccia y Pierrot. Precisamente en este tono popular — también inspirado en el contras­te bastante violento y a veces vulgar con los autores de la «Comédie française» — se manifiesta mejor la sátira de las costum­bres puesta de relieve en toda la obra de Lesage, sátira que condicionaba su libertad de escritor frente a las depuradas formas de la comedia tradicional, demasiado ligada a las costumbres de la corte y al beneplá­cito de unas castas todavía casi feudales.

C. Cordié