[The Congo and Founding of its Free State]. Obra, publicada en 1885, en la que el célebre explorador norteamericano Henry Norton Stanley (James Rowlands, 1840-1904) describe su expedición al río Congo, el más importante de todo el África, de la que atraviesa las regiones más ricas y pobladas. En 1878, pocos días después de volver de la empresa de buscar y liberar a Emín Pacha, empresa descrita por el autor en En el África más tenebrosa (v.), Stanley recibía una carta del rey de Bélgica invitándole a entrevistarse con él para tratar de algunos problemas relacionados con el valle del Congo. Pocos meses después, en Bruselas, se fundaba el «Comité de estudios para el curso alto del Congo», del cual debía ser Stanley el brazo derecho, operante en el propio lugar, y bien pronto el explorador partió para África con objeto de fundar en el curso del río «estaciones» que cultivasen la tierra e iniciaran tratos y cambios con los indígenas: esto es, se trataba de echar las bases de un futuro y floreciente comercio en aquellas regiones.
Stanley llegó en barco a Banana y pocos días después comenzó a subir por el Congo en una flotilla de barcas de vapor, llegando hasta Viyi, lugar que le pareció adecuado para fundar la primera estación. En pocos meses estuvo ésta pronta, estableciéndose en ella blancos y negros, que iniciaron en seguida los desmontes, los cultivos, los cambios y el comercio con los indígenas. Stanley, entretanto, prosiguió su viaje hacia Isangila, durante el cual se encontró con Savorgnan de Brazzá, vuelto de la exploración del Ogooué y del río Alima. Junto a Moganga, tras sufrir un terrible acceso de fiebre, construyó la estación bautizada con el nombre del lugar. Continuando después el curso del río, teniendo que transportar buen trecho sus barcas en carros, llegó a Stanley Pool y de aquí a Leopold Hill, junto a la que fundó una estación, primer núcleo de la actual Leopoldville. Desde allá, bajando hacia el Sur, llegó al lago Leopoldo II, del que hizo la primera circunnavegación, volviendo luego a Vivi y de allí a Europa. Después de dar cuenta a la sociedad del alto Congo de los importantes resultados de esta primera exploración, regresó al África, y vuelto a Stanley Pool organizó una expedición al alto Congo con fines no ya sólo comerciales, sino geográficos y de exploración.
Llegado por cuarta vez a las fuentes del Congo, fundó una pequeña estación en Bolobo, en la región en que el río describe un gran arco hacia el Norte, dirigiéndose después a las fuentes en dirección opuesta a la de la aparición de los manantiales. En esta región, por ser la más próxima al Sudán, los árabes mantenían más floreciente el comercio de esclavos, desolando aquellas populosas regiones. Una vez fundada la última estación en la base de las cascadas que después llevaron su nombre, comenzó la vuelta y, tocando en el Camerún y en Sierra Leona, llegó a Bélgica, donde expuso al rey los resultados de la expedición. Esta soberbia empresa, no ciertamente inferior a la realizada por Stanley en la busca de Livingstone o de Emín Pachá, está evocada por el autor con escrupulosidad científica y, al mismo tiempo, con una seriedad moral no exenta de «pathos».
F. Dusi