Drama histórico en tres actos de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), publicado por Vera Tassis en su edición póstuma del teatro calderoniano. Enrique VIII, sorprendido por el sueño mientras está escribiendo el capítulo sobre el matrimonio de su «Tratado de los Sacramentos», ve una mujer que le dice: «Yo borraré lo que estás escribiendo». La mujer del sueño es reconocida por él como una nueva dama de honor de su esposa Catalina, la bellísima Ana Bolena: mujer pródiga en amabilidad aparente, pero ambiciosa, como la pinta, en efecto, el embajador de Francia, Carlos, que un día la poseyó secretamente y sigue amándola. Enrique, obsesionado por su sueño, se enamora de Ana y en la imposibilidad de poseerla se aflige hasta la desesperación. El cardenal Wolsey, su consejero, favoreciendo las ambiciones de Ana, propone a Enrique que se case con ella, justificando con capciosos motivos la anulación del matrimonio con la odiada Catalina.
Pero Ana, al llegar al trono, encuentra molesto a su antiguo aliado, y el rey sacrifica a Wolsey, al que depone de su cargo y expulsa de la corte. Poco dura el poder de Ana Bolena. Enrique descubre sus amoríos con Carlos, que parecen querer revivir, y la condena a muerte. Quisiera llamar de nuevo a Catalina, pero es demasiado tarde: la hija de los dos, la católica María, le anuncia su muerte. La obra sigue bastante fielmente la historia; pero esta fidelidad, junto con las evidentes intenciones polémicas y didácticas, perjudica a veces su dramatismo. Sin embargo, son muy eficaces algunas escenas: la inicial, particularmente feliz, como ocurre a menudo en Calderón, las confidencias de Carlos y Ana, la astuta conducta de ésta hacia Enrique, el patético encuentro de Catalina y Wolsey, reducido a la mendicidad en el camino real. Además de Ana, destaca entre los personajes, por lo demás todos bien dibujados si no vigorosos, Enrique VIII, cuya humanidad está juzgada con menos prejuicios de lo que se podría suponer, dada la posición polémica del gran dramaturgo católico.
F. Meregalli