Novela aparecida en Madrid, 1623. Se trata de una de las mejores obras del fecundo escritor, relato de nueve aventuras desarrolladas en otras tantas noches. El carácter del protagonista, la habilidad con que están entramados los diversos acaeceres y la calidad de éstos son verdaderamente excelentes. Pero aún lo es más un epistolario jocososatírico, verdadera obra maestra, que aparece intercalado en la novelita.
Los temas de estas cartas, de corte quevedesco, son muy varios: pésame a un poeta cómico porque le silbaron una comedia; pésame a un amigo que trajo a casa a su suegra; parabién a un amigo porque se le murió la mujer; parabién a otro amigo porque se le fueron dos hijas monjas; reprehensión a una lavandera por haberse casado con un lacayo borracho; carta a un sastre que se azotó en Semana Santa; a un estudiante que, yéndose a Toledo a ordenar, raptó a una muchacha y hubo de casarse a la fuerza; a un amigo escondido por haber dado de palos a un portero; a un tabernero que azotaron por aguar el vino, etc., etc.
Algunas parecen aludir a sucesos reales y conocidos, por ejemplo, la dirigida a un corchete que sacó una mujer pública de pecado para casarse con ella, o el consuelo a un caballero porque la justicia le desterró la dama, fea y socaliñadora. Este acervo epistolar anuncia el esquema total de La estafeta del dios Momo (v.), posterior producción de Salas Barbadillo. El interesantísimo epistolario aparece entre la segunda y tercera noches, además de un diálogo titulado La coronación de Laura. A partir de la aventura quinta, son muy abundantes los versos de todas clases, a que tan aficionado era Salas. El libro termina con una silva al marqués de Espinóla, el personaje del cuadro velazqueño La rendición de Breda. A una hija suya, Polixena, está dedicado Don Diego de noche.
A. Zamora Vicente