[Diana e la Tuda]. Comedia en tres actos representada en alemán, en Zürich en 1926, y en italiano, en Milán, al año siguiente. En la primera fase de su dramaturgia, pasando del naturalismo al hermetismo, el poeta indagó en el dualismo entre vida y forma (y es forma toda convención del lenguaje y de las costumbres, todo esquematismo de la inteligencia, la propia definición última del arte). En cuanto a la creación poética y la libre invención de la fantasía, tal dualismo, precisamente por frecuente y casi constante, queda como término estructural.
La ocasión para el arte del poeta y para el ejercicio del crítico, es también una fórmula cómoda para la inteligencia del espectador; pero con el tiempo y el éxito, se convirtió en el problema central de Pirandello, cuyo teatro resonó en el mundo, en los años de fácil divulgación del relativismo y el existencialismo, después de la primera Guerra Mundial; se impuso al poeta mismo que fue por él inducido a alterar el desarrollo natural de su poética, la cual, en lugar de partir de la imagen o del mito hacia una definición estilística, que puede incluir, aunque no necesariamente, una proposición general, hizo lo contrario, tratando de buscar, cada vez más a menudo, fábulas que sirvieran de ilustración a la tesis.
La comedia es, por tanto, el apólogo del desacuerdo entre el indefinido proceso vital, que pide infinito espacio para su existir, y la forma artística que presume poder encerrar ese impulso en una prisión tanto más dolorosa, cuanto más inmortalmente compuesta, no sin una conmovedora urgencia de biografía y de confesión, porque el drama del joven Sirio Dossi y del viejo escultor Nono Giuncano, su maestro y padre, es el drama del poeta mismo, hombre y artista. Sirio trabaja en una gran estatua de Diana, en la que quiere plasmar en belleza todo cuanto la vida tiene de informe y de común; hace posar en largas veladas extenuantes a la modelo Tuda; pero Nono Giuncano, que ha destruido todas sus estatuas, admira en Tuda la divina vida joven, sacrificada a las muertas formas del arte.
Para impedir que Tuda sirva de modelo a otros artistas, Sirio no duda en casarse con ella; pero la criatura se rebela al orgullo más que humano de él que, indiferente a su feminidad, quiere llevar a la estatua hasta el tormento de la carne insatisfecha; y se venga de la única manera que puede, posando para un artista rival, un pintor al que Sirio hiere en un duelo, después de haber destruido el cuadro. Devastados su cuerpo y su alma, Tuda grita su tormento y desatinada se lanza sobre la estatua para infundir en ella las últimas palpitaciones de su propia vida; y Sirio, creyendo que trata de destruirla, la amenaza de muerte.
Entonces Giuncano, para impedir que Sirio sacrifique la vida a la forma, le agarra por el cuello y le destroza. Parece como si los propios personajes se dieran cuenta de que representan un conflicto de entidad abstracta. Sin embargo, la dialéctica obstinada y la sugestión del lenguaje, dan a esta entidad una fuerza de movimiento vivo, sobre un fondo de irreparable angustia, de nostalgia por una vida inalcanzable, por una pureza imposible.
C. Capasso