Fueron escritos por el escritor aquitano del siglo IV (360-?), como complemento de su Vida de San Martín (v.). En ambos diálogos el autor quiere demostrar a un amigo, Postumiano, la superioridad de San Martín, el ilustre obispo de Tours, sobre los más famosos santos orientales. Postumiano, de vuelta de un viaje de tres años por el oriente, durante el cual ha estudiado con particular interés la vida de los monjes y ermitaños egipcios, describe con viveza realista su vida ascética, visiones y milagros.
Pero son mucho más grandes, según Sulpicio, los milagros de San Martín, el cual, por no haber buscado nunca la gloria terrena, es menos conocido que los ascetas egipcios; Galo, discípulo suyo, narra estos milagros entre el pasmo y la conmoción general. Aun cuando esta obra es, por su mismo argumento, menos interesante que la Crónica (v.) y la Vida de San Martín del mismo Sulpicio, no obstante es también un exponente de su arte de narrador y ofrece detalles interesantes para el conocimiento de la biografía del santo y de la vida monástica de la época, como la parte referente a las relaciones entre San Martín y los emperadores Valentiniano y Máximo, las relaciones de los monjes con las mujeres y la intervención de Martín ante Máximo en favor de los priscilianos.
A. Pasini