Del Amor, Stendhal

[De l’amour]. Obra de Stendhal (Henri Beyle, 1783-1842); iniciada en diciembre de 1819, fue escrita en gran parte en 1820, en Milán, durante el Carna­val, y publicada en 1822. Queriendo en pri­mer lugar rectificar el análisis emprendido por algunos ideólogos de su tiempo y en especial por Destutt de Tracy, el autor exa­mina la naturaleza del amor en todos sus aspectos: de ese modo procura dar una sistematización doctrinaria a una situación que constituye una parte tan importante de la costumbre y la felicidad humanas. La obra está dividida en dos libros, el prime­ro de los cuales estudia el nacimiento del amor, sus caracteres naturales positivos y negativos, mientras el segundo lo examina en relación con la vida social. Bajo un es­quema aparentemente científico, Stendhal aporta su directa experiencia de hombre y examina sus sentimientos más íntimos, moviéndose en la obra como protagonista di­recto. A propósito del nacimiento y de la formación del amor, Stendhal evoca la ima­gen de la «cristalización» de la ramita seca, depositada en la mina de Salzburg que, cuando se retira, está cuajada de cristales, tan transformada, que casi no se reconoce su aspecto primitivo. Así el amor, en su esencia más pura, es un conjunto de ima­ginaciones y de anhelos, creando en el co­razón del hombre una idealización que en­treteje su misma vida. Hay una diferencia y una identidad en el nacimiento del amor en ambos sexos; y no siempre puede decirse que el amor nazca de la belleza; sino del valor, de la inteligencia, del capricho, de la bondad.

Típico es el amor que nace como un rayo; y muchas veces el mayor sentimiento se encuentra donde menos se creyera, que tanto puede el ejemplo de una mujer pura e íntimamente delicada en sus afectos. Pero otras veces se trata sólo de capricho y ficción: por otra parte, en la vanidad y el lucro. Stendhal quiere cons­truir así una ideología propia del amor, despojándolo de todo carácter romántico; y al describir los sentimientos de esta «pa­sión llamada amor», en todos los detalles de su naturaleza y de su desarrollo, busca la razón de cada fenómeno para referirlo a una única ley fisiológica o espiritual. La tentativa de reducir el estudio del amor a un examen de fenómenos fisiológicos, es más afirmada que llevada a cabo en toda su crudeza; por algo afirmaba el autor ha­ber advertido en su obra más suspiros que verdad. El propósito encuentra mayor con­sistencia al examinar la relación de los di­versos caracteres con el amor, de una na­ción a otra. Sin embargo Stendhal no sabe permanecer en el marco voluntariamente científico de la obra, dado su vivo tempera­mento de escritor. Y lo mejor de la misma son precisamente los recuerdos de Milán, que abundan en pensamientos delicados y doloridos (por el amor no correspondido de Matilde Dembowski Viscontini) y en be­llas imágenes y consideraciones sobre Ita­lia, «único país donde crece en libertad» la planta del amor.

Así la obra stendhaliana, más que encerrar los términos de una in­vestigación científica, manifiesta en forma bastante viva la actitud sentimental del escritor, su carácter secreto de enamorado, sus lamentaciones. Y su sueño más íntimo se resuelve idealmente en la «cristali­zación» y en la exigencia de un sentimiento puro y soñador más allá de todas las baje­zas y ambigüedades, con las afirmaciones y aventuras de los héroes de sus novelas, en particular de Rojo y negro (v.) y de la Cartuja de Parma (v.). [Traducción espa­ñola de E. González Blanco (Madrid, sin indicación de fecha).]

C. Cordié